jueves, 22 de abril de 2010

La micro, de nuevo la micro llena de rumiantes cucarachas como yo, todos los días la rutina, opacas luces resplandeciendo en pupilas extenuadas de cotidianidad. Los mismos negocios, carteras y hombres frente al volante de asfalto. Y de tanto concreto, olas de urbanizada pulcritud, un sentimiento aprieta el corazón precisamente buscando lo opuesto: volver a cantarle a la vida.

Ausencia de sentido. Mejor salir de esta pocilga cavilosa y ensimismada.

Tiene que ser en otro lugar, lejos aunque quizá cerca. Sumergir los pies en ríos de miradas diversas y ser poesía. Observar manos bellas por su transparencia, movimientos que son canción. Tiene que ser aquí, cerca pero quizá lejos.

domingo, 11 de abril de 2010

Los salvajes metropolitanos
cazan-recolectan vacuidades,
desplazándose sobre bestias
de sangre fósil
cuyo resplandor es otro
artificio de la urbe.

Existen signos, señales ocultas
que advierten, protegen de los
abismos:

"cruzar al otro lado es no volver"

y el riesgo y la búsqueda
devienen inquietantes.

Selvas paralelas,
otros signos y señales,
iniciaciones delirantes frente al fuego
de neón.

Las máscaras emergen y nada hay detrás.
Por eso buscan, peregrinos,

lo trascendente.