viernes, 21 de marzo de 2014

Children of Men

Tremenda película, desde que la vi el año 2008 se convirtió en una de mis favoritas. El año pasado, de chiripa, pillé el libro en una liquidadora santiaguina y me lo compré, pero como me estaba quedando en casa del amigo que me presentó la película, se lo presté para que lo leyera. La semana pasada estuve en su casa y el libro estaba allí, lleno de polvo, aún sin leer. Obviamente, tuve que quitárselo, su tiempo había pasado, y esta semana me lo leí.

Ediciones B. Zeta Bolsillo.
Año 2006 (originalmente publicado en 1992)
340 páginas.
Entre nos, la edición del libro es una mierda. Fea la portada, emulando a la película chulamente, y por dentro un incontable número de errores de tipeo -palabras juntas, letras desaparecidas, tildes incoherentes-. Sin embargo, lo disfruté.

La película es del 2006 y el libro de 1992. Obviamente el tema es el mismo, con algunos cambios de personajes y trama, pero esencialmente iguales: la humanidad ha quedado estéril, no han nacido niños desde hace 25 años y, por ende, la existencia humana se dirige hacia su inexorable fin. El protagonista en ambos soportes es Theo Faron, hombre de 54 años, cínico y desencantado empleado público en la película, cínico y desencantado profesor universitario experto en la época victoriana en el libro.

Es un buen libro, cercano me parece a la novela policial (la especialidad de P.D. James). Se divide en dos grandes partes: Omega y Alfa. La primera hace referencia al nombre con que se llama al fatídico año en que todo el mundo quedó estéril y dejaron de nacer niños en el planeta. Se intercalan capítulos que corresponden al diario de vida de Theo, correspondientes al mes de marzo de 2021, con un relato más alejado, de un narrador omnisciente, aunque ni tanto. Así, nos enteramos de la aburrida vida de Theo, hombre separado que, al parecer, nunca ha sentido amor verdadero (suena mamón, pero no es el ánimo del libro). Un grupo de sujetos revolucionarios se contactan con él, puesto que Theo es primo de El Guardián, dictador de Inglaterra, para que intente convencerlo de cambiar su política respecto a los vejatorios exámenes médicos (se buscan mujeres y hombres fértiles mediante pruebas semestrales), los Quietus (forma de suicidio grupal y asistida por el gobierno), los temporeros (migrantes sanos recibidos para hacer la pega que nadie quiere hacer y posteriormente expulsados del país), el uso de la isla de Man (colonia penal abandonada en la cual funciona la ley del más fuerte) y, obviamente, convocar a elecciones democráticas.

Los Cinco Peces, como se hace llamar el grupo revolucionario, no tiene ninguna experiencia en cuanto a lucha política y, de hecho, 2 de sus miembros son sumamente cristianos y espirituales. La conversación con el Guardián no da frutos y Theo decide irse de viaje por unos meses, abandonando esa pequeña chispa revolucionaria que iluminó su frente por algunos segundos. Vuelve en octubre de 2021, mes en que transcurre la segunda parte del libro: Alfa (¿sospechoso título? es bastante obvia la referencia). Vuelve a contactarse con los Cinco Peces, esta vez por decisión propia, y los ayuda en una situación bastante peliaguda: poner a salvo a Julian, una de las mujeres del grupo que, sorprendentemente, está embarazada.

La acción no es tan trepidante como en la película. Aunque, ahora me doy cuenta, Cuarón mantuvo mucho del espíritu del libro, con excelentes resultados. La novela tiene más elementos cristianos, y de hecho el título proviene de un salmo exclamado a causa de la muerte de uno de los personajes: "Señor, Tú has sido nuestro refugio, de una generación a otra. Antes de que existieran las montañas, o fueran creados la tierra y el mundo: Tú eres Dios de lo perdurable y mundo sin fin. Tú vuelves el hombre a la destrucción; de nuevo dices: Venid de nuevo a mí, hijos de hombres. Pues un millar de años a tus ojos son como ayer, pues ves lo pasado como un vigía en la noche". En la película, a pesar de no hacer referencias directas a la doctrina cristiana, hay ciertas escenas con reminiscencias mesiánicas, como la salida del edificio en el campo de refugiados. Asimismo, el ánimo de Theo, muy claro en el libro a través de sus propias opiniones respecto a diversas situaciones (diario mediante), también está muy logrado en la película, con pequeñas menciones a su historia personal por parte de otros personajes y su actitud frente a algunas situaciones. 

En definitiva, uno de esos raros casos en que, a pesar de que la novela no es nada mala, la adaptación cinematográfica supera al libro. Alfonso Cuarón supo dotar de mayor complejidad a la decadente sociedad inglesa, así como a sus creencias religiosas y también en cuanto a la crítica de la cultura de masas, algo que P. D. James recrea en un ambiente más íntimo, más doméstico, podríamos decir, pues no hay mucho detalle sobre el mundo exterior (excepto ese gran pasaje en que describe a las mujeres desquiciadas que pasean a sus muñecas) y los embrollos políticos son bastante simples (el final es algo irreal en ese sentido, aunque coherente con todo lo que se venía fraguando en el texto). De todas formas lo recomiendo, y si alguien se anima, se lo presto.

Comparto dos fragmentos, uno el de las señoras chaladas, y otro el del resentimiento hacia Dios (que otorga más sentido al salmo que da titulo a la novela):

"Theo, más deprimido y ofendido por esta farsa de lo que tan inofensiva comedia justificaba, empezaba a alejarse cuando sucedió. La segunda mujer cogió de pronto la muñeca, la arrancó de entre los cobertores y, sin decir palabra, la hizo girar dos veces sujetándola por las piernas y le aplastó la cabeza contra el muro de piedra con una fuerza tremenda. El rostro destrozado y los fragmentos de porcelana cayeron tintineando a la acera. La dueña quedó absolutamente muda durante un par de segundos, y luego gritó: fue un sonido horripilante, el grito de los torturados, de los afligidos, un alarido agudo y aterrorizado, inhumano pero demasiado humano, incontenible. [...] Dos ojos relucientes, horriblemente reales, rodaron hacia Theo unidos por un muelle. Por un instante sintió el impulso de recogerlos, de ayudar, de pronunciar al menos unas palabras de consuelo. Hubiera podido hacerle notar que siempre podía comprarse otro bebé. Era un consuelo que no había estado en su mano ofrecer a su esposa. Pero su vacilación fue sólo momentánea: reanudó su camino con paso enérgico. Nadie más se acercó a ella. Las mujeres de mediana edad, las que habían llegado a la madurez en el año de Omega, eran notoriamente inestables" (56).

"Bordeando por el interior la verja del parque, caminando en fila sobre el césped, pasó una compañía de flagelantes. Llevaban el torso al descubierto, e incluso bajo el frío de febrero vestían únicamente taparrabos amarillos y sandalias para sus pies desnudos. Mientras andaban, iban blandiendo pesadas correas anudadas que laceraban sus ya ensangrentadas espaldas.
[...]
-¿Le parece ofensivo este espectáculo? -pregunté-. A la gente le disgusta ver sangre.
-Me parece ridículo, señor. Si Dios existe y ha decidido que ya está harto de nosotros, no va a cambiar de idea porque una banda de desesperados se vista de amarillo y vaya gimoteando por el parque.
-¿Cree usted en Él? ¿Cree que Dios existe?
Nos habíamos detenido ante la puerta del antiguo Foreign Office. Antes de bajar a abrirme la portezuela, el chófer volvió la cabeza y me miró a la cara.
-Quizá su experimento ha sido un espectacular fracaso, señor. Quizá sólo esté desconcertado. Se da cuenta del caos, pero no sabe cómo arreglarlo. Quizá no desee arreglarlo. Quizá sólo le quedaba el poder suficiente para una intervención final. Así que la hizo. Sea Él quien sea, esté dónde esté, espero que arda en su propio infierno" (132).

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