Enemigo
mío
es la primera de tres novelas que abordan la relación entre la humanidad y los
Dracs. Publicada por primera vez en su versión corta el año 1979, en la revista
Asimov’s Science Fiction, es continuada por The
Tomorrow Testament (1983) y The Last
Enemy (1997), actualmente publicadas en conjunto en The Enemy Papers (1998), que incluye una versión más larga de la
primera. La que yo leí es la primera versión de la historia, es decir,
la novela corta publicada el año 79 y traducida el 81 por César Terrón en la
revista española Nueva Dimensión, número 139. Al igual que la novela corta de
Varley, ésta también fue ganadora de los premios Hugo y Nebula, de 1980.
Barry B. Longyear, nace en 1942, en Pennsylvania, E.E.U.U. Luego de cursar sus estudios secundarios va por dos años a la Escuela de Arte Comercial de Pittsburg, para luego retirarse en 1962 y enlistarse en el ejército. Según cuenta en su página web, sirvió en la 30° Brigada de Artillería, en Okinawa, como técnico de misiles y lanzamientos, y luego con el 6° Batallón de Misiles, en Florida. Fue dado de alta en 1965, yendo luego a la Universidad del Estado de Wayne. Luego de algunos trabajos esporádicos publica su primer cuento en Asimov’s Science Fiction Magazine, en 1978, decidiendo dedicarse de lleno a la escritura de ciencia ficción y fantasía. Luego de alcanzar el éxito con la novela corta Enemigo Mío, que incluso tuvo adaptación cinematográfica (1985) dirigida por Wolfgang Petersen, es internado en un hospital para rehabilitarse de su adicción al alcohol y drogas. Sigue publicando hasta hoy en día.
Enemigo
Mío
cuenta la historia de Willis E. Davidge y Jeriba Shigan dos pilotos de guerra –humano
y Drac, respectivamente- que en medio de una batalla en el sistema de Fryrine
IV, caen con sus naves de combate en la isla de un planeta aparentemente
deshabitado. La novela trata de cómo aprenden a convivir, el absurdo de la guerra, y la profundidad de la amistad. La narración comienza con los dos personajes frente a frente,
insultándose mientras esperan que el otro dé el primer golpe. Davidge lo agravia y provoca con una frase aprendida en su instrucción militar: “¡Kiz da youmeen,
Shizumaat!” (p. 78), es decir, Shizumaat, el filósofo más venerado de
Draco, come excrementos de Kiz. La rabia del dracón es tal que exclama:
“¡Irkmaan, tú estúpido Mickey Mouse ser!”. Davies no puede contener su risa,
pues había prestado juramento para luchar hasta la muerte por muchas cosas,
pero aquel ratón no era una de ellas. Así, distraído, riendo a carcajadas, es
sorprendido por una ola gigante que lo deja inconsciente, pero Jeriba Shigan lo
salva de morir ahogado.
Tras un despertar
complicado, Davidge estaba amarrado, los dos protagonistas dialogan cada
vez más, aprendiendo el idioma del otro y comprendiendo que no serían capaces
de sobrevivir por su cuenta con las duras condiciones del planeta en que
cayeron. Por ello construyen un refugio que pronto es destruido por las olas. Así,
Davidge presiona a Jerry (como llama al drac) para utilizar la cápsula e
intentar alcanzar el continente, que sin duda ofrecería mayores posibilidades
de sobrevivencia que la isla en la cual se encuentran. Jeriba se niega
tajantemente, regalándole la cápsula al humano, lo que éste no comprende.
Tampoco comprende la necesidad de ir con él, ahora que tiene la posibilidad:
“-Debemos ir juntos, Jerry. -¿Por qué? Noté que me sonrojaba. Si los humanos
tienen esta necesidad de compañía, ¿por qué también se avergüenzan de
admitirlo?” (p. 88). A causa de este diálogo, Davidge explica la soledad
al drac, quien empatiza con él y le revela porqué se niega al intento de llegar
al continente: está embarazado de su segundo hijo, pues el primero lo perdió en
la batalla espacial que los dejó varados en ese planeta hostil. Así, pues, nos enteramos del hermafroditismo drac.
Las inclemencias del tiempo obligan a los protagonistas a protegerse en la cápsula, acción que
deja nuevamente inconsciente a Davidge, quien sueña con su instrucción militar, lo que
ilumina su educación con respecto a su propia familia (humanos) y a los otros
(dracs). En la instrucción se estudia superficialmente a los dracs, burlándose
de características físicas como su color, olor, cantidad de dedos (tres). En el
recuerdo, el teniente señala un pliegue en el vientre de la figura de un drac,
indicando: “-Aquí es donde el drac tiene sus joyas familiares… todas. –Más
risitas-. Sí, los dracones son hermafroditas, con los órganos reproductores,
tanto masculinos como femeninos, contenidos en el mismo individuo” (p. 91), para
luego preguntar: “Si ven una de estas cosas, ¿qué harán?”. La respuesta
de los soldados es contundente: “-MATARLA…” (p. 92).
Al despertar, es grande la
sorpresa de Davidge, pues está vivo, fue salvado nuevamente por el drac, pues
éste empatizó con su soledad. Entonces encuentran una cueva, pasan los meses y se
preparan para resistir un duro invierno. Todo ese tiempo compartido los lleva a
dominar el idioma del otro, lo que trae consigo la posibilidad de alcanzar conversaciones profundas y de mayor
comprensión mutua. Una de las más importantes nace a partir de la pregunta
sobre el nombre que tendrá el hijo del drac. Jeriba Shigan explica que la línea
Jeriba tiene cinco nombres: Shigan, Gothig, Haesni, Ty y Zammis, los cuales se
van repitiendo en un ciclo interminable. Davidge se sorprende de que sólo
tengan cinco nombres, mientras que los humanos pueden elegir entre infinitas
posibilidades. Ante esa observación, Jerry dice: “Davidge, qué perdidos debéis
sentiros. Los humanos… qué perdidos debéis sentiros” (p. 96). Luego se explica
mejor, preguntando a Davidge por sus padres y los padres de sus padres. El
conocimiento del humano acerca de su ascendencia sólo puede rastrearse hasta
sus abuelos, a diferencia del drac, que es capaz de recitar la historia de su
linaje hasta la colonización de su planeta por Jeriba Ty, hace ciento noventa y
nueve años. Es más, en los archivos de su linaje, en Draco, puede seguirse la
línea hasta el planeta natal, Sindie, otras setenta generaciones más atrás.
Asimismo, Jerry explica que sólo los primogénitos conservan la línea, los
productos de segundos, terceros o cuartos nacimientos deben encontrar sus
líneas particulares. Con respecto al límite de cinco nombres, Jerry señala:
“Los nombres son cosas a las que añadimos distinciones: son cinco nombres
iguales, comunes, de modo que no oscurezcan los hechos que distinguieron a sus
portadores” (p. 97). Así, el conocimiento del linaje y su recitación ante un
público de sabios es requisito para ser admitido como adulto en la cultura
drac. En respuesta a eso, Davidge reflexiona: “[…] empecé a comprender a qué se
refería Jerry con la expresión ‘sentiros perdidos’. Un dracón con varias docenas de generaciones en
el estómago sabe quién es y a qué debe mantenerse fiel” (p. 97).
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