miércoles, 4 de enero de 2017

nunca más lo vi

Llegó a eso de las 11:30, entrando con dificultad por el estrecho portal de la librería. Se ayudaba de una muleta, sus piernas se veían bastante flacas en comparación con la prominente barriga. De bigote bien cortado, cubría su pelada con una boina negra que le otorgaba aires de respeto. Me saludó educadamente preguntando si los libros estaban en venta. Por supuesto, le digo, pero su rostro se contrae mientras apunta su oreja izquierda con el brazo libre de muleta. Veo el aparato, infiero un grado de sordera y vuelvo a responderle, alzando la voz. Mientras mira una de las repisas de la entrada me dice que le gustaban los libros de historia. Le acerco unos de Egipto y otro sobre prehistoria, y se sonríe cuando le muestro uno sobre los cátaros. Vio el Código Da Vinci de Brown y dijo haber terminado hace poco el último del autor, El Símbolo Perdido o algo así, la masonería desde adentro. Los masones no lo deben comprar mucho, dice risueño y agrega: yo leo mucho, como estoy todo el día sentado, porque tuve 3 infartos cerebrales. Hago un gesto exagerado intentando expresar mi sorpresa y preocupación (muy diplomática y protocolar, soy un barman de los libros), ante todo para no tener que gritar tanto. Me cuenta que fue vendedor, que andaba de aquí para allá y siempre leía mientras se desplazaba por las antiguas carreteras y caminos que unían las ciudades en que trabajaba: Concepción, Santiago, Copiapó y quizás cuántas otras. Eso sí, la memoria me falla harto, perdí mucha masa muscular en las piernas, me cuesta escribir, yo antes tenía una letra re bonita, ahora lo que más hago es leer, siempre conversamos de literatura con mi kinesiólogo. ¿A usted le gusta la ciencia ficción? me pregunta. Me encanta, le respondo, a lo que contesta haber poseído muchos títulos de la colección Nebulae, aunque los amigos de sus hijos, en tiempos que éstos estudiaban en la universidad, se llevaron varios 'prestados'. En fin, los libros son para leerlos, dice mientras toma Ilusiones Perdidas de Balzac. Muy bueno, de esta colección Bruguera tengo como cuarenta títulos. Guau, le digo gritando, ¡tiene una buena biblioteca entonces! Ni tanto, como este mueble nomás, dice indicando el repisero más grande del local. Pienso en qué pasará con su herencia cuando el viejito muera, aunque luego me siento mal de hacerlo. En fin, dijo, y volvió a contarme un poco sobre El Símbolo Perdido de Brown. Me pregunta si conozco la calle San Diego, pues allá adquirió gran parte de su colección, igual que en calle Maipú, pero esa en Concepción. Acá a veces voy al mercadito. ¿Al pueblito? le pregunto. Sí, ese. Tengo un amigo ahí, pero no sabe tanto. Muchos saben de libros pero no saben de literatura, de eso es lo que hay que saber. Bueno joven, que bueno conocer este local, vendré un día con más tiempo, ya sé que se puede venir a charlar aquí. Lo esperamos, que le vaya muy bien, le dije. Mi nombre es Poblete, Tirso Poblete. Luciano, le contesté, mientras estrechaba su mano firme de viejo eléctrico. Se fue y yo pasé el resto del día gritándole a todos los clientes.

martes, 12 de julio de 2016

Decisión

Vuelvo a la escritura con un objetivo definitivo: enamorarte diariamente.

réplica política

I

En un futuro no muy lejano, una mente retorcida con ínfulas de cambio social realizó lo impensable, lo prohibido. Años de estudio en universidades norteamericanas y europeas, múltiples proyectos financiados con fondos estatales y cátedras en distinguidas universidades del globo le otorgaron el conocimiento y el dinero necesario para el experimento de su vida... de nuestras vidas.

David Arnés siempre fue distinto, se interesaba por el mundo exterior más que sus compañeros, fue activo políticamente en sus tiempos de estudiante sin que ello menoscabara su desempeño académico. Algunos creían que eso era sospechoso, aduciendo supuestas artimañas del joven David para pasar sus cursos, pero la verdad es que su cabeza simplemente era capaz de eso y mucho más. Así el estudiante fue pasando sus cursos pero también participando en el centro de alumnos de su escuela y, eventualmente, en la federación de su universidad, militando por la izquierda. Sus orígenes no eran precisamente humildes, pues su familia tenía un par de propiedades y una situación bastante deseable, sin embargo David siempre fue consciente de sus privilegios y si los utilizó fue para el bien común.

Fueron pasando los años y David se convirtió en un reputado experto en ingeniería genética. Obviamente, seguía pendiente de la situación política de Chile, por lo cual participó en diversas marchas realizadas en la ciudad de Santiago. Allí conoció a Gabriel Boric, un joven al cual comenzó a admirar por su entereza y altura de miras ideológica. Se hicieron amigos y en muchas ocasiones Boric fue a cenar a casa de David, en tertulias con otros personajes del mundo científico y político. Una noche de conversaciones álgidas y licores fuertes se quedaron ambos conversando en el sillón, frente a la estufa toyotomi.

-Gabriel, debería haber más como tú -se atrevió a decirle el doctor Arnés.
-Gracias, David. Me podrías clonar -respondió Boric, apurando su copa de vino.

Las risas no se hicieron esperar, aunque por dentro David Arnés no se reía tanto, más bien comenzó a sopesar las posibilidades. Al despedir a los últimos invitados se puso a buscar y halló lo necesario: un cabello de Gabriel Boric.

II

Instituto de Estudios Genéticos de la Universidad Nacional
Transcripción del registro oral del polémico discurso del premio de Ciencias 2022, don David Arnés Pizarro, en su premiación:

Buenas tardes a todos y todas. Me siento bendecido por el conocimiento, este premio es un reconocimiento a mi ardua labor como investigador que sólo busca lo mejor para su país. Quizás sorprendí y molesté a muchos cuando cloné al perro Julio en Valparaíso (un animal muy querido por los habitantes del Cerro Alegre y Concepción) pero el tiempo me ha dado la razón. Muchos se molestaron también cuando cloné a Cosita, el perro de Paulina Nin, señalando que me había vendido a la farándula. A aquellos yo les digo: qué lance la primera piedra quién no ha trabajado en algo reprochable para poder continuar con su labor (o simplemente para comer). La señora Nin me pagó cuantiosamente por el trabajo y gracias a ello pude desarrollar el experimento que hoy pienso presentarles: años de trabajo en las sombras verán la luz esta noche. 

Para nadie es un secreto que tengo intereses políticos de justicia social e igualdad de género, por lo cual uno de mis referentes (y amigos) más importantes es el recientemente elegido senador Gabriel Boric. Intereses comunes nos han unido durante años en una amistad que hoy pienso homenajear presentándoles a ustedes los últimos resultados de mi trabajo: he clonado a Gabriel Boric. He hecho 14 versiones de él, 7 masculinas y 7 femeninas, para que haya uno de ellos en cada una de las regiones de nuestro país. Mi objetivo es que en cada territorio se genere un trabajo político que permita transformar a Chile en una nueva experiencia izquierdista latinoamericana.


[El discurso se vio interrumpido en este punto a causa de desmanes provocados por el público asistente a la ceremonia]


Continuará

lunes, 11 de julio de 2016

modus operandi

Transcribir
Transcribir
Transcribir
Transcribir
Transcribir
.................
(No entiendo qué dice)
Vuelvo a escuchar
(No entiendo qué dice)
Vuelvo a escuchar
(No entiendo qué dice)
Vuelvo a escuchar
(No entiendo qué dice)
Vuelvo a escuchar
(No entiendo qué dice)
Vuelvo a escuchar
.............................
(Me hago el hueón con esa parte y no la transcribo)
(Continúo)
Transcribir
Transcribir
Transcribir
Transcribir
Transcribir
.................
(Repetir hasta terminar el trabajo)

martes, 24 de mayo de 2016

mi pluma este año


lunes, 21 de marzo de 2016

Le tocó nomás

[Día lunes en la tarde, tapado en pega preparando clases, cuando de pronto...]

(Suena mi ringtone - Música del castillo de Super Mario World)
-Mmm, un número de Santiago, por favor que no sea una propaganda. ¿Aló?
-(tono de marcado)
-Qué raro, me llaman ellos y suena tono de marcado, será acaso que...
-Muy buenas tardes, don Luciano Benítez.
-Hola...
-Mi nombre es Julián Retamal. Lo llamo de Claro Chile, para ofrecerle...
-Ah, no me interesa un plan ni nada.
-...un plan excelente a muy bajo costo, el cual puede hacer efectivo...
-Le digo que no me interesa. ¿Por qué chucha me llaman tanto? Llamaron toda la semana pasada, YO TRABAJO A ESTA HORA.
-Yo también trabajo...
-PERO TRABAJAI HUEVIANDO A LA GENTE, NO ME LLAMEN MÁS POR FAVOR.
-Vamos a hacer lo posible para efectuar su solicitud...
-CHAO.
(Tu-tu-tu-tu)
-Mmm, pobre loco, se tragó todo mi ladrido...

martes, 15 de marzo de 2016

le pasó a una amiga

-Uy, ¿hai visto al Lucindo?
-¿Eh? No, de hace un rato que no...
-Ha cambiado. Antes usaba ropa más relajada, ahora se lo ve muy de camisita.
-Está haciendo clases, ¿no?
-Sí, pero sus camisas. Alguien que usa camisa ya se vendió al sistema, está en contra de la revolución social.
-Tenís razón, es distinto. El uso de camisa demuestra que ya lo perdimos. Incluso me pareció haberlo visto el otro día tomándose un schop en la última frontera.
-Ahora es cuico. Una lástima, pero con gente tan cerrada que hace una caricatura de sí misma no se puede.
-Nopos, no se puede. Pero filo, chao con el loco. Vamos por una báltica mejor será.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Libros versus Pilículas: Er Shainin

Cumpliendo con mi propósito de leer clásicos y neo-clásicos, me puse las pilas con "El Resplandor", novela de 1977 escrita por Stephen King. Aunque eso ya todos lo sabemos, pues es parte de la cultura pop, aunque más por la adaptación cinematográfica de Stanley Kubric.


El libro llegó a mí de chiripa, pues llevé a la feria del trueke un ajedrez inca-español que tenía hace tiempo arrumbado en un cajón que le interesó a harta gente. Entre ellos, un chico me ofreció cambiárselo por un libro (él se dedica a venderlos en la costanera de Valdivia), lo que acepté de inmediato. Me llevó a su auto, cual traficante, para mostrarme tres sendas cajas llenas de libros mal-llamados "alternativos". Vi El Resplandor y me dije: es momento de saldar esta deuda pendiente conmigo mismo, cumplir con mi código de honor que me obliga a leer todo lo que considero interesante o supuestamente lo es porque se habla mucho de ello. Así que hicimos el cambio y lo empecé al otro día, devorándolo en una semana.

La novela se lee rápido, muy rápido, pues es acción pura, hechos encadenados uno tras otro, convirtiéndola en una lectura ágil, emocionante y trepidante. No hay ningún cuestionamiento a la forma novela ni juegos del lenguaje, por eso es fácil de leer. Y ojo que no digo esto para desmerecerla, soy de la opinión que hay que leer de todo (o casi todo, porque a la literatura juvenil de hoy en día no le encuentro brillo alguno) y este libro francamente vale la pena. No soy fan del terror (aunque he intentado escribirlo), pero la lectura de la novela me hizo pensar en adentrarme en ese mundo, cuestión que sólo había hecho con Frankenstein, Entrevista con el Vampiro y uno que otro cuento de Poe o de la antología de Caillois. 

Reconozco que El resplandor me erizó los pelos en algunos momentos, con situaciones como el ataque de los animales-arbusto en la zona de juegos o el viaje de Hallorann contra el tiempo... incluso con el reloj y su manifestación de "la muerte roja", lo más cercano a la sangrienta escena de la película de Kubric. Me molestó eso sí que en la novela traduzcan el título como "resplandor" siendo que en el libro el poder de Danny y Hallorann es llamado el "esplendor", o sea, ¡decídanse!

Y el poder no exige poner cara de "laji", pero el cine ya se sabe...
En fin, lo que nos convoca es señalar algunas de las diferencias entre el libro y la película de Kubric, que todos hemos visto, me imagino (y si no hágalo, que lo/la van a juzgar en la calle y en las reuniones sociales de entendidos de los flims). La más notoria es sin duda el protagonismo de Danny Torrance, ese cabrito tan ensimismado que habla con su dedo en la película y que en el libro es un chico inteligente bastante observador de la depresión de su madre y el alcoholismo de su padre. Tony, su amiguito dedo no es tal en la novela, sino mas bien una presencia borrosa capaz de mostrarle situaciones peliagudas e incluso del futuro en momento de trance  (y Tony es clave al final, no se crea que no). 

Claro, convertir a Tony en un dedo fue una solución bastante económica, fílmicamente hablando.

Por otro lado, Jack Torrance es un hombre mucho más atormentado y alcohólico que en la película, lo que lo hace bastante más interesante, puesto que no se vuelve loco sin más, sino que se ve progresivamente poseído por el espíritu del hotel Overlook, el verdadero malo de la novela y cuyo propósito es hacerse con Danny, detentador de un gran poder latente. En todo caso -y dentro de mi ñoñismo recalcitrante- me molestó que en la película Jack utilizara un hacha para atacar a su familia, siendo que en el libro se trata de un mazo de roqué (una especie de croquet que se jugaba en el hotel en tiempos más mafiosos).

Acá Biffno captó algo del Jack novelesco.
Por su parte Hallorann, el negro buena onda que también posee el esplendor, tiene un papel más importante en la novela, tanto en el entendimiento de Danny con sus poderes como en la batalla final contra el hotel Overlook. En todo caso, a pesar de que sueno criticón, me parece que la película de Kubric es notable y captura realmente el espíritu de la novela, a pesar de las licencias que se tomó para lograrlo (y que son muy entendibles cuando se piensa que no podemos entrar en la cabeza de los personajes como en un libro). Tampoco podía pedirle al cabro chico que hizo de Danny actuar las situaciones límite que se viven en la novela, por lo que incluso el tema del dedito-mágico tiene sentido desde una perspectiva cinematográfica.

En definitiva, un excelente diálogo entre novela y película. Si Stephen King quedó insatisfecho (y quedó insatisfecho) es porque es un mañoso ridículo, puesto que la miniserie de 1997 realizada por él de modo mucho más fiel al libro es un bodrio de primera. Y es que simplemente una película nunca va a ser igual a un libro, lo interesante es cómo se las arreglará para transmitir su espíritu, su "aura", diría Benjamin (diría un académico siútico). Pero para terminar con un aura menos cuática va este tema de Lennon cuya letra inspiró un poco a King con su coro "Well we all shine on!" (la otra inspiración fue "La máscara de la muerte roja" de Poe).

jueves, 31 de diciembre de 2015

propósitos para el 2016

-Leerme todos estos libros que están a medias
-Escribir mi primera novela
-Ganarme una beca para irme de este nido de ratas
-Tomar clases de dibujo
-Encontrar un deporte que me agrade y practicarlo
-[Espacio por llenar con nuevas ideas]

lunes, 28 de diciembre de 2015

hoy, en tragedias de la vida pública: los urinales

Los urinales me provocan un terror mítico. Buscando fotos para acompañar este texto (que ni siquiera está escrito mientras explico esto) descubrí que me refiero a los urinales y no a los orinales, pues estos últimos hacen referencia a los artefactos que en nuestro país conocemos como "pelelas", "bacinicas" o las hospitalarias "chatas".


En múltiples variedades y formas, como usted, como yo.


El orinal es individual, singular, personalizado, amable. En cambio el malévolo urinal es público, múltiple, plural, lo que trae diversos problemas, tales como la proliferación de las más aborrecibles infecciones, gérmenes maliciosos y bacterias insidiosas, por no mencionar los aromas más infectos y emponzoñados que toque oler en un día normal. Así es, cuando menos se la espera, el ansia por miccionar nos domina y debemos utilizar un baño corrompido por usuarios previos, sumido en una impureza de la cual no nos podrá salvar ni el más aguerrido pato purific.

Muy gallarda postura pero te espera una triste y progresiva desintegración.
Ahora, lectores y lectoras, imaginen vuestro externo genital (lectoras, les pido algo más de imaginación aquí) ingresando en una caverna desconocida, sarrosa, desteñida y desvencijada, con la finalidad de expulsar vuestra orina, una transacción que podría ser tan simple e higiénica, pero se ve entorpecida por un diseño ignominioso, una arquitectura infame que sumerge al pene en un abismo, en un vórtice de suciedad, sucumbiendo a la inmundicia, a una polución colectiva de la cual todos somos cómplices.

Permiso, voy al bañ... oh no, ¡the horror!
Y por si todo esto no fuera poco, luego de darlo todo, de aguantar el asco más absoluto, viene el cuestionamiento moral de tirar o no la cadena. Dependiendo del tipo de sistema, algunos privilegiados flexibles larguiruchos como yo podemos tirarla con nuestro pie, flexionando nuestra pierna a alturas y posiciones ridículas. Pero a veces ello no es suficiente y luego de despedirnos de nuestros desperdicios nos lavamos las manos con brío, friccionando enérgicamente e, incluso, evitando el secador automático, otra cuna de malevolencia bacterial, solo para encontrarnos frente a frente ante una manilla que nos cierra el paso, un pomo que ha sido manoseado por dedos y palmas que, al contrario de maniáticos como uno, no se han lavado las manos. Y el drama continúa, pues en la mayoría de los casos el diseño de las manillas imposibilita el uso de nuestros pies para llevar a cabo la maniobra de apertura. Desesperado busco un trozo de papel higiénico que me auxilie a modo de guante, pero la búsqueda es infructuosa, por lo general éste ha sido robado o, simplemente, nunca existió. Luego de minutos de inquietud, el ingreso de otro usuario otorga la oportunidad de salir sin tocar manillas ni puertas, alcanzando así la ansiada libertad, aunque el miedo a la enfermedad persiste hasta llegar a casa y darse un baño benefactor.

Con amigos que lo entienden a uno, que no lo juzgan.

lunes, 21 de diciembre de 2015

dónde está la calmeichon

La ansiedad me genera ansiedad. Intelectualmente tengo clara la pilícula, y ni siquiera estoy estresado, pero las sensaciones corpóreas de la ansiedad se siguen avalanzando sobre mi pecho. Creo que la ansiedad me da ansiedad, el temor de experimentarla me pone ansioso, así como la mala actitud de pensar es-será eterna. Círculo extraño, difuso. Dónde venderán nervo-calm, dónde hallar a un maestro-a budista que me enseñe a soltar. Tengo miedo de morir, de caer, de no poder respirar con calma otra vez.
Entonces me digo que me faltan sueños, me falta creer y crecer. Me cansé del estancamiento, quiero liberarme, cantar, dibujar, contar historias. Enamorarme diariamente, sorprenderme, callar, entregar, llorar, reír. Queda tanto por hacer, me quiero sacudir el polvo, desnudarme, abandonar mis viejos ropajes. Emborracharme de visiones, ser en el mundo otra vez, creer en mí. Puedo ser más que este malestar, ya lo soy... no se me tiene que olvidar.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Nadie se quiere

Lo que no quiere decir que todos se odien, pero puchas que se tiran mierda. Por ejemplo el otro día fui a registrar unas jornadas sobre patrimonio y tuve que grabar la discusión de pequeños grupos en torno a medidas y propuestas sobre patrimonio rural (ultra fome, pero en fin). Cuando estaba haciendo la pega de transcribir (no se la deseo a nadie) en cada grupo apareció de repente una crítica a quien moderó el encuentro, señalando que no lo sabía hacer bien, que no dejaba a hablar a la gente, que no tenía experiencia, que forzaba las respuestas, etc.

Lo divertido (y triste) es que la moderadora, antes de los trabajos grupales, en un pequeño break, me comentó lo pencas que le parecían los invitados, lo poco colaborativos a pesar de que se les paga, lo negativos respecto a las políticas públicas, lo monopolizantes que eran algunos para hablar, etc.

Y me parece que así es la gente en general, como por estas comarcas no somos buenos para decir de frente cosas que no nos parecen o causan molestia optamos por el cuchicheo penca, pelador, maletero. Una lata, pero ¿qué se puede hacer más que tratar de no ser así uno mismo?

lunes, 7 de diciembre de 2015

adiós juana maría

Es difícil pero debo despedirme. Qué tontera darle tantas vueltas, cuestionarse lo evidente.

Tuvimos buenos momentos, sí, alegrías, risas, críticas y pensares de alto vuelo que ya no volverán, al menos en su forma clásica, pendeja tal vez, pero funcional por varios años, hasta ahora.

En el último tiempo te dejé de disfrutar y, aunque me costó aceptarlo, todo parece evidenciar que nos debemos separar. Espero lograr por mi cuenta todo lo que me ayudaste a alcanzar, seguir creciendo a pesar de no tenerte dentro mío.

Te saludaré de lejos y no hablaré mal de ti, porque el problema en esta relación siempre fui yo. Mi hipersensibilidad pasó la cuenta y ya no disfruto los estremecimientos que me provocas. Y claro que tengo miedo de enfrentarme solo a este mundo vacuo y absurdo, pero debo hacerlo, es mi destino.

Adiós querida Juana María.




Actualización 13-12-15: Volví a caer en tu flagelo. Y a pesar que tienes momentos de lucidez y diversión, los tremores a los que me induces son de lo pior. Un grado de adicción hacia ti habrá, sin duda, para seguir tropezándome en la misma piedra. Tu lado sativo es muy saltón, supongo que podría esperar a que te pongas más indica, que es tu faceta harto más tranqui y nunca me ha fallado. Sí, eso haré, por mientras piola, sin ti, tranquilito, sin ansiedad, no, sí, no.

lunes, 16 de noviembre de 2015

flaca reflexión


domingo, 15 de noviembre de 2015

visita al centro de salud

Siempre que voy al consultorio u hospital quedo con la sensación de irme más enfermo de lo que llegué. Afortunadamente, dentro de todo, nunca he tenido algo grave, pero compartir un tiempo y un espacio con profundas toses e infectos olores francamente lleva a creerse irremediablemente contaminado. La atención, además, hace pensar que toda la situación no es más que un castigo, una experiencia suprema de malestar. Tal vez los muros descascarados, la tele en un programa detestable y a todo volumen, los asientos plásticos quebrados y el hedor a enfermedad no sean más que una estrategia arquitectónico-experiencial para, al momento de volver a casa, realmente sentirse mejor. Es así, sin lugar a dudas, pues el hospital o consultorio lo hace fácil desde una perspectiva comparativa. 

Por eso le tememos a los edificios de salud, son la extensión moderna de nuestro terror mítico a la muerte, a la podredumbre y a la degradación. No queremos ser como esas paredes o esos asientos, queremos estar sanos, plenos. Queremos huir de ese lugar que refleja tan bien el estado de indefensión en el cual nos encontramos o nos perdemos.

Mi compañero de asiento y yo.