lunes, 22 de septiembre de 2014

el flagelo del meme (postdata)

A raíz de vuestros comentarios, queridos y escuálidos lectores/as, vamos con una pequeña "coda" al estudio publicado recientemente.

Sí, el meme tuvo un potencial minimalista, incluso poético, pero se abortó a sí mismo en breve, como bien indica el amigo nómade. Acá un ejemplo del principio del fin (aunque destaco el carácter autorreflexivo del meme):

No deja de tener gracia que eso lo diga Neil deGrasse Tyson, uno de los científicos más reputados hoy en día en la tele. Y sí, la mayoría de estos memes son de fotos virales modificadas para representar una actitud o situación, diferenciándose de los memes prístinos, como estos (aunque hay un par de colados como Jackie Chan y el mismo negro de arriba): 



Estas caras también representan una actitud, pero fueron creados con ese fin particular, viralizándose rápidamente y siendo apropiados por los usuarios. En realidad, ese es uno de los aspectos más interesantes de los memes, su capacidad de adecuación a contextos particulares, su rápida difusión y su condición anónima. Precisamente, cuando el meme ridiculiza a políticos o personajes destacados del mundo del espectáculo hay una suerte de respuesta social a dichos o situaciones, pero como bien dice el amigo Igor, es sólo un ejercicio de desahogo sin incidencia en las prácticas cotidianas, mucho menos en las políticas.
Yo insisto en que el meme es nocivo, o sea, cabrxs que se la pasan metidos creando estas tonteras (muy divertidas gran parte de las veces, lo reconozco) y aquellos que las comparten no hacen mucho por la real-realidad. Y claro, también es cierto que en el mundo actual el discurso es clave, pero esta proliferación icónica parece perderse en las marismas de las redes sociales, hundiéndose en la página de inicio y quedando como lo que siempre fue: un grito al viento, un par de kilobytes sin resonancia en las carreteras virtuales del saber.

Según una amiga, aunque los memes sean charchas, al menos permiten conocer otras cosas, como Frida Kahlo o qué sé yo. No estoy de acuerdo, me parece un pobre consuelo. El ícono, la caricatura y el mensaje entregado por los memes viene y se va, dejando un par de risitas (con suerte una carcajada), pero poca o ninguna crítica al estado real del mundo. O quizás sí, hay una crítica, pero estandarizada, aprobada por la mayoría, y que permite al usuario parecer, aparentar conciencia y actitud, pero no ser más que otro pulsador de grasosos teclados perdido en el tráfago cotidiano de las redes sociales, donde nunca pasará nada verdaderamente relevante.

1 comentario:

fabiancocq dijo...

Me comprometo a no publicar mas memes. Quizás si, uno que otro, con alguna invitación a profundizar en el tema o algo así.