jueves, 22 de abril de 2010

La micro, de nuevo la micro llena de rumiantes cucarachas como yo, todos los días la rutina, opacas luces resplandeciendo en pupilas extenuadas de cotidianidad. Los mismos negocios, carteras y hombres frente al volante de asfalto. Y de tanto concreto, olas de urbanizada pulcritud, un sentimiento aprieta el corazón precisamente buscando lo opuesto: volver a cantarle a la vida.

Ausencia de sentido. Mejor salir de esta pocilga cavilosa y ensimismada.

Tiene que ser en otro lugar, lejos aunque quizá cerca. Sumergir los pies en ríos de miradas diversas y ser poesía. Observar manos bellas por su transparencia, movimientos que son canción. Tiene que ser aquí, cerca pero quizá lejos.

2 comentarios:

Magdalena Jordán dijo...

te imagine de pronto en valdivia, con ganas de estar en otro lado. Saludooooooooooos

chamico dijo...

puede ser, pero pronto vuelvo a terreno... es que en realidad lo rico es estar cambiando de lugar siempre :D