martes, 15 de febrero de 2011

poe en la música



sábado, 5 de febrero de 2011

ENTREdientes

En los comerciales de la tele y las fotografías alusivas al tema, siempre destaca de los dientes el poder de la sonrisa o su blancura, pues ellos han sido purificados del duro peso de la vida cotidiana: cigarrillos, dulces y oxigeno smogeado. Así, se ha recalcado la blancura y el aliento fresco cuales caretas de lo social, visibilizando a las personas y estableciendo ciertas pautas de excelencia en el teatro vital, las primeras impresiones etcétera, mi buen(a) contertulio(a) fragante a bigtime, pero déjeme que le diga: grandes tiempos de amargura, engaño y silencios ha traído el reino de los antifaces bucales.

No se deje embaucar, señora, caballero, chicoca, brocacochi: la clave es el ENTRE.

Cualesquiera puede blanquear sus dientes, ello no dice nada más allá de lo evidente, pero en esos recónditos espacios de difícil acceso, está la esencia. Allí pueden alzarse en armas los más fieros reinos de gérmenes que haya visto lengua alguna, pues tras aquellos bastidores fulgurantes de blancura las bacterias pueden golpear y tomarse el poder, amparadas en las secretas grietas del gran cañón ENTREdientes.

El entre, siempre el entre, he ahí la clave relacional de la existencia dental, una cuestión de supervivencia e interacción, cosa no muy distinta en lo social. Las personas se reúnen en comunidades no necesariamente físicas que vendrían a ser sus encías, y ahí se desenvuelve el tragicómico drama social. Omisiones, atropellos y oscuros intereses conducen al dolor, un dolor que puede proliferar si somos negligentes y obviamos la existencia del entre, concentrándose sólo en lo externo, lo superfluo y manifiesto: hay más que eso, mis dientes me lo dijeron cuando de caries los rellené.

Por eso, busque y purifique los ENTRE con sensatez, ello dará claridad mental y dental a su vida.

viernes, 4 de febrero de 2011

fauna cuasi autóctona de valparaíso

"/.../el punk le da sentido a mi vida ratadepuerto y la chatarra de las calles que fétidamente me circundan es una bendición del desperdicio. Nadie escapa de la realidad, por el contrario, me fundo en el cemento convirtiéndome en inverso reflejo del tráfago urbano de la cosmopólita y farándulera forma de vida actual. Esa árida y dinámica violencia del instante y del oro provoca en mí los más negros y luminosos deseos de desenfreno y extásis; vertiginosa carrera en busca del placer efímero, ¿qué placer no lo es?. Lo reconozco, la mugre otorga jerarquía, pero la botella un ebrio coro de ángeles caídos y oscuramente igualitarios de ceniza en una pútrida chimenea de CONGLOM-O. Encadenado a la contrariedad del macheteo, pasan los días..."