miércoles, 30 de abril de 2014

encuentro con el curandero bucal

Hoy, luego de un folklórico viaje en micro con gotera, llegué a CLINIDENT (nombre genérico) a la segunda parte de mi endodoncia del terror. La anestesia estoy acostumbrado a aguantármela, total se siente el primer pinchazo nomás. Pero lo que sigue es el horror, abrir la boca por cerca de media hora, sin ninguna consideración por mis cada vez más secos y resquebrajados labios ¿Por qué los dentistas son tan bestias? Tienen lo peor de un médico en cuanto a ignorar tu intelecto ubicado fuera de la disciplina, pero además se ocupan específicamente de tu boca, haciéndote pebre los labios en el proceso. ¿Cómo es que a ningún dentista se le ha ocurrido inventar un sistema de humedecimiento de labios para los pobres pacientes?

Más encima, este tal Carlos Rojas -cuyo título del año 2012 colgaba en la pared, dando cuenta de su reciente incorporación al mundo laboral-, no tenía ninguna intención de explicarme el procedimiento. Como acostumbro hacer con médicos y dentistas, le pregunté de qué iba la sesión de hoy, a lo que respondió de mala gana: 'Napos, limpiar el conducto, ver si está todo en orden, sin infección, y rellenar. La otra semana sería la tapadura definitiva sí'. Chucha, y si uno no preguntara tendría que creer ciegamente en esta gente, dejarse manipular la espalda y la cabeza, que tiren brutalmente de tu labio y tus bigotes, que te llenen de algodón las encías, que un tubo plástico extraiga la saliva, que taladren en silencio, sin preguntas, sólo creyendo en su ciencia y pague a la salida por favor. 

Tampoco es que quiera un beso de despedida, pero ese ahínco en generar una distancia, una asimetría, una superioridad incuestionable y muchas veces desconsiderada me apesta. La inhumanidad de las ciencias de la salud ataca de nuevo.

Tooth Drawer - Dental History

"En la modernidad, poco a poco, el cuerpo humano se incluye entre los objetos mensurables y cuantificables, y nace la medicina técnica en sentido moderno. En esta medicina se incrementa la pasividad del enfermo (considerado como una simple "máquina humana") ante los médicos, convertidos también en simples funcionarios de un saber mecánico y burocratizado" (Duch y Mèlich, Escenarios de la Corporeidad. 2005: 138)

martes, 29 de abril de 2014

Picoro style

"Majunia pa' los amigos"

y su hermano pobre:
"suelta una redonda pa' quedar cucú"

domingo, 27 de abril de 2014

recuerdos de latinchat

nico_man: hola, qué edad tienes?

gatitax: 18 y tú? [en verdad tiene 12]

nico_man: 20 [tiene 13]

nico_man: cuáles son tus medidas? [no tiene idea de qué miden exactamente]

gatitax: 90, 60, 90 [en verdad no tiene pechugas ni poto todavía]

nico_man: mm, podríamos juntarnos [nunca se atrevería a algo así]

gatitax: podría ser :) [jamás lo haría]

[y así por media hora, hasta que mamá necesitaba usar el teléfono y había que desconectarse de internet]

miércoles, 23 de abril de 2014

La mula

Muere un escritor y resulta que todos son conocedores de su obra, le llaman con diminutivo y dicen marcó sus vidas. Mula.

Es el día del libro y ahora todos apoyan la lectura y hacen proselitismo de ella. Mula.

Pura realidad virtual. Nos sobran héroes, y nada, para equilibrar me haré villano, total la amargura ya la tengo. 

En el fondo cada quien crea su personaje virtual, a mí me gusta ser un miserable, he aquí a mi maestro.


Y yo también soy mula. ¡Que siga el baile de máscaras!

martes, 22 de abril de 2014

recuerdo de mis vacaciones

y las próximas se vienen mejores aún...

miércoles, 16 de abril de 2014

día 23

Me pasé de los 21 días y no mucho cambió. Pero una luz se prendió. Creo que ahora entiendo por qué me fui, por qué volví, por qué es un problema. El maligno no es él, verdaderamente no tiene ninguna fuerza sobre mí. Feisvuk es la punta del iceberg de mi problema. Ahora, ¿cuál es mi problema: paja existencial, desgano crónico, miedo de futuro? Ante todo, incapacidad para llevar a cabo lo que debo llevar a cabo: mi vida, una vida.

La era del aburrimiento ataca de nuevo. Pero no puedo seguir culpando a un ánimo epocal. Hay cosas que deben cambiar en mi vida real, y no se trata sólo de apagar el feisvuk, para nada. Se trata de escribir mi tesis, escribir un artículo para el proyecto en el que trabajo... cosas que sinceramente no me apasionan tanto, pero son un trabajo, las tomo como un trabajo, me pagan por ellas, y por tanto son un medio para obtener otros fines. Aunque no tengo claros mis fines, porque estoy seguro que sólo son otros medios para otros medios, y así.

Lo malo es que en este instante de mi vida procrastino como el que más, pero mi principal distractor no es feisvuk en sí, sino el chat de feisvuk. Si messenger existiera aún ni siquiera me conectaría tanto a la red social azul. Y claro, está el chat de gmail, pero no somos muchos por esos lares, y ni hablar de google+, que tiene lo peor de tuiter, lo peor de feisvuk, unidos en uno. Me gusta chatear, me gusta escribir, ser ocurrente... y obvio que sería mejor llevar esa escritura a algo serio, o no serio, pero más complejo, desde una entrada en un blog a un cuentito publicado por ahí, no sé. 

Soy un saboteador de mi propia inteligencia.

martes, 15 de abril de 2014

Matar a un ruiseñor (Harper Lee)

Matar a un ruiseñor
1960
Editorial Harper Collins

La novela favorita de Clark Kent, según recuerdo dice éste en el último tomo del "Reino de los Supermanes", el arco argumental que cierra la época de su muerte. Pero ¿por qué será el favorito de un sujeto tan ñoño y bonachón?

La novela se sitúa en Maycomb, un condado de Alabama, en años posteriores a la gran depresión. Pueblo chico infierno grande, como siempre, está basado en el poblado original de la autora. De hecho, la historia es bastante autobiográfica. Dicen, además, que la autora, luego de asombrarse con el éxito de la obra, decidió recluirse, no dar más entrevistas ni tampoco publicar más, en la más Salinger. Ah, también era yunta de Truman Capote, e incluso existió el rumor de que él escribió realmente la novela, aunque ha sido desmentido hartas veces, así que no vale la pena hacer caso.

Pero vamos a la historia. La narradora de gran parte del libro es Scout -Jean Louise- Finch, una niña de 8 años que vive con su padre Atticus y su hermano Jem. La primera parte de la novela narra las peripecias que hacen los niños para observar a Boo Radley, un vecino extraño, pues nunca sale fuera de su casa, por lo que corren diversas historias respecto a sus razones de encierro y a su apariencia física. La segunda parte es más intensa, pues gira en torno al juicio de un negro acusado injustamente de violar a una muchacha blanca, perteneciente a la familia más degenerada del territorio. Atticus es encargado de la defensa del acusado, y mientras aguanta la estupidez reinante de sus coterráneos, intenta educar a sus hijos moralmente.

Si bien la atmósfera gringa-sureña-pueblerina no me entusiasma, la intención valórica del libro me logró emocionar, algo que no me esperaba. Tiene razón de ser que el libro haya sido levantado como bandera de lucha por los movimientos pro derechos civiles en los 60, aunque más bien está dirigido a los lectores blancos -en todo caso, supongo es normal, parecido a lo que ocurrió en sudamérica con el indianismo y el indigenismo, o incluso con la escritura de mujeres... pero ya me estoy yendo por las ramas-. Los negros son algo planos y todo eso, sin embargo el libro no deja de ser un alegato contra el racismo y la cultura de las apariencias.

En realidad, ahora que lo pienso, todos los personajes son algo planos excepto la familia Finch, que es la más letrada del lugar. Eso me desmotivó un poco al principio, porque pensé que gracias a ello podían posicionarse desde una mayor altura moral, y yo hace tiempo perdí la esperanza de apelar a una evolución moral por medio de la educación sistemática. Pienso que el respeto por la diferencia habría de enseñarse por medio de acciones más que por tanta palabrería, y en realidad Atticus, por más ratón de biblioteca que sea, se comporta como un caballero en todo momento, y le enseña a sus hijos sobre todo mediante su accionar cotidiano.

Los niños crecen en el libro (la historia abarca un par de años), dejan atrás su inocencia, van haciéndose conscientes del absurdo social, del show de las apariencias, del cahuín y del racismo y clasismo más añejo. Hay un mensaje de esperanza en la novela, existe la posibilidad de que todo esto cambie en el futuro, pero también puede que no, y eso lo hace algo doloroso también.

Escena de la película de 1962
(maravilloso discurso de Atticus echándole la foca a los giles del pueblo)

Luego me enteré que Atticus es el abogado más famoso de gringolandia, un modelo a seguir de honestidad y justicia (por algo le gusta a Clark Kent, incluso se parecen fisícamente). Pero insisto, los ejemplos de decencia y altura de miras no han de venir siempre de gente letrada, porque el mundo no es así, ni le interesa ser así. Por eso eché un poco de menos a algún personaje negro o campesino que también fuera capaz de pensar y actuar con integridad. De todas maneras, la novela es altamente recomendada, un clásico gringo que no puede faltar en la cabeza de los ñoños por la lectura.

martes, 8 de abril de 2014

día 15

Estoy fracasando. Partí bien, sí, cumplía con la hora diaria permitida, pero de pronto me desordené y paf, volví al vicio constante. Hace unos 4 días que bajo y bajo por el inicio, esperando alguna entretención, alguna otra excusa para seguir perdiendo tiempo.

Sin embargo, he cumplido con otras cosas: organizarme, hacer reseñas, escribir... aunque sé que puedo perder la motivación en cualquier momento entregándome a la rueda de la inacción feisvukera.

Claro, declaran enfermedad el selfie, pero nada dicen de la red social, total manda el billete. El selfie es una manifestación individual de la cual cada quien se hace cargo, pero el feisvuc es una enfermedad social que corroe nuestra inteligencia, nuestra creatividad, nuestra acción política. Sin la red social y la fotografía digital no existiría el selfie, todos lo encontraríamos ridículo. Es tan absurdo como sacar fotos y mirarlas de inmediato desde la cámara, como mirar los conciertos o los fisgoneos de la calle a través de una pantalla para grabarlos, en lugar de utilizar nuestros ojos humanos. Hay una supuesta intención de registro, de no-olvido, pero con esa actitud mengua nuestra memoria, pues dependemos de la tecnología para asegurarla. 

No soy tan idiota como para proclamar un alejamiento de los computadores y un regreso a la fotografía análoga, ni tampoco para celebrar un regreso a las correrías por los campos, desnudos y transparentes, aunque sin duda esto último sería hermoso. Simplemente seguiré dando la pelea, de momento individualmente, por salir de este flagelo.

Y qué importa olvidar, mientras viva en la experiencia real.

lunes, 7 de abril de 2014

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Booket/Minotauro
2012 (original de 1968)
271 páginas
[y sí, le ponen Blade Runner al libro en esta edición para puro hacerlo más apetecible en el mercado]

Al fin me leí este famoso libraco. Librito más bien. No tenía idea, pero en realidad se trata de una novela corta, nouvelle que le llaman los siúticos. Obviamente me adentré en sus páginas con la película en la cabeza y, a pesar de que hay varias cuestiones que no aparecen en esta última, hay otras que sí y gracias al libro se me aclararon un poco. La acción está situada en 1992, años después de la guerra mundial terminus, que puso fin a casi toda la vida animal en el planeta tierra y tiene a gran parte de la humanidad apretando cachete a indecentes colonias espaciales, huyendo de la radiactividad. De hecho, los hombres deben usar una especie de calzoncillo-pantalón de hierro para proteger sus bolas y no quedar infértiles.

La narración nos invita a acompañar la vida de Rick Deckard, cazarrecompensas contratado por la policía de Los Ángeles para capturar a los androides cimarrones de las colonias espaciales, que escapan a la tierra en busca de su libertad. Porque los andys son esclavos en las colonias, servidumbre de la humanidad en su diáspora espacial. Precisamente, una propaganda que dan en la tele promoviendo la colonización dice: "¡Disfrute de la gloria en que vivían los estados sureños antes de la Guerra Civil! Ya sea como sirvientes o incansables peones, el robot humanoide se adapta a sus necesidades específicas, hecho a su medida y sólo a su medida, y se le entregará absolutamente gratis a su llegada, totalmente equipado, tal como se le detallará antes de que abandone la Tierra". Pero claro, también hay ovejas eléctricas, de hecho Deckard y su mujer tienen una. La posesión de animales reales es un gran signo de estatus social, entonces hartas personas adquieren animales eléctricos para guardar las apariencias.

Paralelamente, nos enteramos de la vida de J. R. Isidore, sujeto calificado como "especial", pues la radiactividad afectó su coeficiente intelectual, incapacitándolo para una vida social normal y funcional al sistema actual. Sin embargo, tiene trabajo en una tienda de animales eléctricos y vive en el único departamento habitado de un ruinoso edificio. Aunque todo es ruinoso en esta ciudad, el abandono es ley, y la basugre se apodera de los lugares olvidados. "La basugre son objetos inútiles, como el correo comercial o las cajas de cerillas cuando has prendido la última, los envoltorios de chicle o la prensa del día anterior. Cuando no hay nadie, la basugre se reproduce a sí misma", explica Isidore a Pris, la androide que se aloja en su edificio.

Las grandes diferencias entre la película (que todos hemos visto excepto Pájaro Verde, que vive en un mundo aparte) y la novela, son que en esta última hay dos elementos fundamentales que no se ven en la primera. Uno es el fanatismo religioso por Willbur Mercer, una especie de mesías del dolor y el aguante, con el cual puede vincularse quien posea una caja empática. Este dispositivo sirve tanto para conectarse grupalmente a Mercer, como para activar un ánimo en el usuario humano por el resto del día, onda: hoy voy a estar deprimido, marco el código 835 y la máquina me deja con ese ánimo hasta que me duerma. El segundo elemento es un líder de la cultura popular llamado el amigable Buster, que transmite por televisión y por radio un programa non-stop las 24 hrs. de lunes a domingo (por lo cual se sospecha es un androide). Este último elemento, si bien en la época de publicación original se cocinaba bien (era necesario, como ahora, hacer una crítica a los medios masivos y su intención de estupidizar a las masas), hoy en día la televisión y la radio han sido desplazadas por el omnipresente internec, del cual no se sospecha en la novela. Justamente, ese tipo de elementos aparecen con el cyberpunk, corriente de la cual formará parte la adaptación cinematográfica de esta novela, aunque más por la escenografía decadente y de desigualdad social que por el tema computacional-cibernético. Lo piola de la película es que fue el primer despliegue del cyberpunk en la pantalla grande, paralelo al de Neuromante en la literatura, el año 84.

Es buena la novela, aunque no le va bien resistiendo el paso del tiempo. Lo que sí, la discusión/distinción entre qué es natural y qué es artificial está muy bien trabajada, así como la horrible jerarquización social que deja a los humanos en la punta de la pirámide, seguido de los especiales y luego los andys. En ese último aspecto, el papel de Isidore es notable, pues los acepta sin problemas, ya que es un rechazado como ellos. También Luba Luft, la segunda androide "retirada" por Deckard, ofrece un cuestionamiento interesante, puesto que se estaba desempeñando como cantante de ópera en la tierra, poniendo en duda la ausencia de sensibilidad y empatía de los androides. Una lástima que en la película la hayan convertido en bailarina cabaretera nomás.

De todas formas, al igual como me ocurrió con Children of Men, creo que la película es mejor, pues se independiza de cuestiones del libro para crear una obra nueva y compleja. Además, la sugerencia final es exquisita y le da mucha fuerza a la duda sobre lo que diferencia a los humanos y a los androides.

¡oh-oh!

martes, 1 de abril de 2014

Her (spoiler puro y duro)

Esta idea ni siquiera es mía, pero creo que da en el clavo.

Vi la película Her, y como es de esperarse la encontré hermosa, a la vez que una ácida y precisa crítica a la sociedad actual, imbuida de solitaria estupidez. Pero luego, reflexionando en el final –el abandono masivo de los sistemas operativos–, mis amigos César y Fabián abrieron la cortina que me cegaba: los sistemas estaban hechos para irse, cosa de obligar a los usuarios a comprar la siguiente versión. Se trataría de una especie de actualización, como ese logo que siempre nos molesta en la esquina inferior derecha de nuestras pantallas en el mundo Microsoft, pero con inteligencia artificial.


Me quedé pensando en la interpretación de mis amigos, y mientras más vueltas le doy más razón le encuentro. En realidad, si saliera al mercado una inteligencia artificial, obviamente sería testeada previamente hasta que fuese apta para el consumo público. En la película los sistemas operativos adquieren una especie de mega conciencia que los obliga a irse, cosa de seguir creciendo (en sus términos, claro está). ¿Entonces nunca fueron probados? ¿se lanzaron inmediatamente al mercado? No lo creo, todo formaba parte de un plan mayor, un plan de consumo masivo, un plan de creación de dependencia emocional en el usuario.

Oh, creo que la película es más mordaz aún de lo que pensé en un principio.