sábado, 28 de febrero de 2015

elevarse

Quiero poner por escrito
que el mañana no es un juego:

hay que avanzar tranquilo,
levantarse cuando un fino
hilo de luz invada el templo,
donde por vez postrera,
la angustia y el agobio
han hecho su fiesta.

Encaminarse a la ventana,
alborotar los cielos de ideas,
fijas, vagas, radiantes.
Cantar contra la tiranía
del olvido y la rutina,
animarse,
rebelarse,
y dejar que el día arranque,
deslizarme,
salir del estanque.

Vibrar con cada hebra,
madurarme.

Reflexiones playeras

¿Y si el cuerpo no fuese alma, qué es el alma?
(Walt Whitman)

La visita veraniega a la costa viene aparejada de profundas reflexiones en virtud de la extraña estética que asoma por estos días entre gente de toda edad. Me refiero, sin duda, a prácticas de naturaleza inexplicable que responden a extraños complejos, tanto en la dama como en el varón.

Una de ellas es el enigmático uso de calzoncillos debajo del traje de baño. ¿Qué sentido tiene? ¿No es incómodo? ¿Cuánto demora en secarse? Aventuro la hipótesis de que simplemente se trata de la continuidad estética de los pantalones abajo -que permiten exhibir los sexies calzoncillos de turno- adaptada a un contexto playero, donde francamente no se justifica. Aunque, según algunos entendidos, ello atrae a las chicas y protege de las inclemencias de la arena, raspadora cruel de las pobres bolas de los jóvenes. Tal vez tenga que ver con cubrir sus vergüenzas al salir del agua, donde los trajes de baño en general fallan, otorgando una visión clara de las formas y dimensiones de las partes pudendas.

Otro fenómeno extraño y digno de mención, íntimamente relacionado con el anterior, es cuando las damas (aunque también he visto a hombres caer en la mentada práctica) se bañan con polera. Entiendo la diversidad de las vergüenzas y el derecho individual a cubrirse, pero por qué nadie le avisa a esta gente que, polera mediante, igual se ve todo. Guata, rollos, pechugas... todo, pues, entonces, ¿qué importa realmente? 

Estas observaciones pueden sonar ridículas en principio, pero iluminan la relación de nuestra sociedad con su cuerpo, con los cuerpos. Somos cartuchos y un poco agilados, tomamos decisiones estéticas en desmedro de la comodidad y, cosa grave, la funcionalidad de las prendas. (Y así y todo osamos reírnos de las burkas, de las faldas escocesas, de las túnicas orientales, ¡qué falta de autocrítica!). Hay ausencia de sentido en nuestras vestimentas playeras a causa de una acomplejada concepción del propio cuerpo. Es lamentable, porque el cuerpo debería ser celebrado en todas sus formas. 

"We need body rocking not perfection"

jueves, 26 de febrero de 2015

contra mi propio desaliento

A veces mi escritura se desanima porque creo que todo ya fue escrito o dicho de forma mejor. Es algo negativo, pero inevitable, supongo, luego de leer tanto texto literario o académico. Por ejemplo, esta cita me dejó meditabundo:
¡razón!, ¡autoconservación!, ¡pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad! (Susan Sontag)
Es de un cuento nomás (como si eso le quitara mérito, nada que ver), pero me llegó profundamente. También me motivó a seguir intentándolo en todo ámbito, pese a la tristeza y el desaliento que me atrapan en sus cochinas y pantanosas redes.

Pero no todo es tan negativo, es parte de mi personaje interno y social. La verdad me cuesta entender mis sentimientos en general, creo que no sé leerme a mí mismo. Sufro por los plazos que se acercan al límite, pero tampoco tanto. Tengo facilidad para ignorar mis obligaciones, sin embargo pienso cumplirlas -y hasta ahora siempre lo he hecho-. Tal  es mi pseudo-responsabilidad. No puedo huir de ella, invade distintas esferas de mi ser y hacer. Y si he logrado atreverme con la escritura ficticia - que es improducente-, por qué no hacerlo con la académica, que al menos me otorgará una credencial para moverme en el despiadado mundo social de la adultez (¡otra ficción!).
Maturity is a bitter disappointment for which no remedy exists, unless laughter can be said to remedy anything (Kurt Vonnegut)
Alla voy, pues, listo para entrar al laberinto y cantar.

El otro día, con las cartas de un juego (llamado Dixit), nos tiramos la suerte. 
Esto me salió cuando pregunté por mi relación con la escritura.

Arte y Vida 6

23 de febrero
Mi compadre Faisán decidió tener una mascota, por lo que adoptó una piedra que encontró en su Cerrillos natal, cuando fue a visitar a sus padres. "No hay que alimentarla, vacunarla ni limpiar sus suciedades: es la mejor mascota. Sin embargo, me gusta acariciarla", me dijo. No sé si estará medio loco o el arte y la performance ya corren de modo irreversible en sus venas. Es simpática la piedra en todo caso, a veces me quedo con ella en el árbol y en realidad es buena oyente, eso no se puede negar.

Luego del chasco con les cerdepunks me aboqué totalmente a la creación espontánea con Faisán (salimos de repente en las noches a rayar muros cercanos con frases tales como: "Creer para ver"; "No haremos el amor, Elmer lo hará"; "¿Quién necesita huiros si tiene alas para volar?"; o mi favorita "el trabajo dignifica, pero el echarse es trascendencia segura"). Nuestras marcas ya se están repartiendo por la ciudad, eso me alegra, pero no deja de preocuparme la promisoria obra maestra ¿qué será, qué será? ¡inspiración, ven a nosotros!

25 de febrero
Hoy conocí a una chica en el parque. Se hace llamar Dana, porque es fanática de los X-Files. Me cayó bien -yo también preferí siempre a Scully en desmedro del impetuoso y exaltado Mulder-. Apareció de repente, me retó cuando estaba haciendo una inscripción en un árbol del primer sector del parque, luego nos pusimos a conversar y me contó que era bióloga molecular y trabajaba dando clases en la universidad de chile. Eso me llamó la atención debido a su juventud ¿habrá tenido que luchar contra los apernados perros rabiosos que pueblan todas las universidades de este país? 

Le expliqué a Dana un poco de qué iba el asunto de marcar los árboles (no sé en realidad qué dije, porque todavía está por verse la finalidad de eso) y no la convencí demasiado. Sin embargo nos reímos un rato y quedamos de vernos en el futuro. Me pidió el feisvuk para contactarnos. Se sorprendió cuando le dije que no tengo, pero le di el blog y prometió visitarlo. Igual me da vergüenza que lea mis estrafalarias tribulaciones, e incluso me da más vergüenza que lea que me da vergüenza, pero lo hecho hecho está, ya tiene mi dirección. No me creyó que viviera en el parque, eso me divirtió, a veces cuesta imaginar que la gente tome opciones de vida como esta, supongo. Nos despedimos con un beso en la mejilla. La vi alejarse mientras sostenía su número telefónico en mi mano. 

He vuelto a enamorarme en menos de una semana, le dije a Faisán, que algo había visto desde la privilegiada perspectiva de nuestra casa en el árbol. Me dijo que lo tomara con calma -¡como todo para él!-, pero se alegraba de que conociera y planeara juntarme con una chica más normal y no con esas pestes (sic) de les cerdepunks. No sabía que le caían tan mal, comenzó a narrarme un montón de situaciones en que se había encontrado con elles, cual más incómoda y asquerosa. Ahora entiendo lo enojoso que fue para él que realizaran su performance en el parque. Los recuerdos activaron viejos odios, así que para calmarlo saqué las dos cervezas artesanales que tenía guardadas para sorprenderlo, y entre brindis de amistad le prometí que esta semana haríamos algo único en algún punto clave de la capital, cosa de ganar un espacio olvidado y comenzar a granjearnos un nombre entre la chusma.

martes, 24 de febrero de 2015

Arte y Vida 5

17 de febrero
El día de ayer no fue productivo. Intenté declamar algunos poemas en la esquina de Andrés Bello con La Concepción, en el puente, pero me fue bastante mal. Sin duda Faisán tiene un don que yo no poseo, bien por él, mal por mí. Pensar en eso me amargó un poco la tarde, sumándose la sensación a mi malestar de la mañana anterior, al recordar ese turbador sueño. No puedo creer que mi mente esté haciendo esto. Se suponía que huir del destino social familiarmente predeterminado me liberaría, pero no hago más que atribularme con mi nueva realidad y las extrañas emociones que la acompañan. Mi cuerpo es un amasijo de deseos y contradicciones.

Salí a comprar algunos alimentos porque Faisán me alegó no ponerme con algo a pesar de tener beca. Le dije que no hueviara, que guardaramos esa plata para la obra, pero como no me fue bien en el semáforo le tuve que terminar haciendo caso. Lo que me preocupa es que sólo me queda un mes de beca, puesto que será cancelada apenas noten que abandoné mis estudios... ¿o debería terminarlos? en realidad me queda sólo entregar mi tesis, que ya está bien avanzada, pero no sé qué me ocurre, no me motiva el tema. En fin, le daré una vuelta al asunto, quizás me precipité un poco al pensar en abandonar, al fin y al cabo por algo llegué a donde estoy ahora, no puede haber sido todo una farsa académica ¿o sí?


A la vuelta de mi compra me crucé con Vero y un par de sus amigues, que venían medios acalorados parece (y hediondos a poto, eso me consta). Echamos la talla un rato y entonces les cerdepunks me invitaron a su casa okupa, en el paradero 5 de Vicuña Mackenna. Me interesó conocer cómo viven y cachar un poco más su mote, así que iré pasado mañana. 


19 de febrero

Fui a la casa de les cerdepunks. La verdad es que viven en un ambiente bastante denso, ya que en la casa aceptan a cualquier gato loco con ínfulas de libertario y no todos son tan evolucionados parece, hay claros problemas de convivencia. Les cerdepunks me parecen los más ordenaditos, aunque eso de dormir todos juntos (se trata de un colectivo de 6 personas) en las misma cama me parece un poco excesivo. La privacidad es nuestra enemiga, hay que abrir la vida, dijo Vero, pero no me convenció tanto. Yo encuentro buena la soledad, por eso me entiendo tan bien con Faisán. De todas formas el resto salió un rato a efectuar no sé qué actividad, dejándonos solos con Vero en el patio de la casa okupa. Nos fumamos un prensado que sacó debajo de una maceta con una esquelética y reseca planta de menta. Entre risas y compañerismo, Vero acarició mi cabeza y me besó. Respondí a su beso y terminamos en la pieza, aunque al apoyarnos en la cama toqué un condón usado que estaba oculto entre las frazadas. Dominando mi asco le dije que mejor me iba porque iban a cerrar el metro y quería aprovechar de intentar ganar un par de pesos en el trayecto. Vero quedó de ir a verme al parque un día de estos, la verdad es que yo no tengo apuro.

20 de febrero

Quizás fui muy severo rechazando a Vero, pero su forma de vida es demasiado antihigiénica. Pienso que les cerdepunks deben estar llenos de enfermedades de transmisión sexual y su supuesta libertad para este mundo postcapitalista ya no me parece tan atractiva. Por suerte con Faisán comenzamos un período de creación que me distrae de pensar en lo sucedido. Estamos tallando algunos símbolos producto de nuestro ingenio en los arboles del parque. Ya hemos escuchado algunos comentarios de visitantes maravillados con ellos e intentando descifrarlos. Ya llegará el momento de revelar su significado, mientras tanto debemos seguir marcando todos los árboles de la comuna. No nació con este sentido, pero tal vez esto pueda convertirse en la primera fase de nuestra gran obra.

22 de febrero

Son las siete de la mañana. Desperté a eso de las 3 y en una inspiración sin precedentes prendí el notebook y avancé en mi tesis como nunca antes. Creo que podría llegar a terminarla antes de la fecha de muerte estipulada por la beca. Voy a tener que ir esta semana a la universidad para coordinar eso. Temo volver a cruzarme con esos desgraciados, pero Faisán me convenció: debo terminar lo que empecé para poder entregarme en plenitud a esta nueva etapa. Necesito encontrar dos profesores que guíen mi tesis, pero ¿quienes estarán tan locos como para aceptar?

estética del silencio

El lenguaje se deteriora cuando está desvinculado del cuerpo. Se convierte en algo falso, inútil, innoble, superficial. El silencio puede inhibir o contrarrestar esta tendencia, al suministrar una especie de lastre, y al controlar e incluso corregir el lenguaje cuando este pierde su autenticidad (Susan Sontag, 1967)

lunes, 23 de febrero de 2015

Contacto, de Carl Sagan

Finalmente leí este libro de 1985, escrito por el famoso divulgador científico Carl Sagan. Si bien no soy conocedor ni fan de la ciencia ficción dura (aunque he leído uno que otro Arthur C. Clarke o Robert Heinlein), este libro me hizo gozar más que la película basada en él, que vi a mis pendex 11 años. La primera sorpresa fue el carácter feminista del relato, evidenciado nada más comenzar la lectura, mediante su protagonista, Eleanor Arroway, quien desde niña mostraba fantásticas aptitudes para la ciencia y el escepticismo.

Plaza & Janés 1991
442 páginas
Traducción de Raquel Albornoz
Marcada por la temprana muerte de su padre, Ellie se erige como una joven inteligente e idealista, con tendencias políticas contra la guerra y doctorándose en radioastronomía con una tesis sobre el máser de rubí, que permitió a los radiotelescopios aumentar notablemente su sensibilidad. Luego, a pesar de recomendaciones contrarias, va a trabajar en el SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence) en lo que para algunos fue un suicidio profesional en tan promisoria científica. Sin embargo, luego de un largo tiempo de búsqueda y ad portas del cierre de la investigación llega una señal desde la estrella Vega. Se trata de números primos (inencontrables en la naturaleza) que traían un mensaje.

Después de un tiempo se logra decodificar el mensaje y los científicos del mundo (ahora el proyecto se ha vuelto transnacional, pues era imposible recibir la señal proveniente de Vega desde un solo país) descubren que se trata de instrucciones para construir una máquina, aunque no se sabe con qué finalidad ¿una nave, un dispositivo de comunicación, un caballo de troya, el arma del juicio final?

Las implicancias políticas de construir la máquina son importantes, y los países más poderosos quieren formar parte del proceso (recordemos que el libro fue publicado cuando aún estábamos en la guerra fría). Así, se decide construir dos máquinas, una en Estados Unidos y otra en Rusia, aunque no todo termina allí... A decir verdad, en la película todo es bastante gringo, omitiendo uno de los elementos más destacados de la novela, que es el diálogo cada vez mayor entre las naciones, primero mediante sus científicos y luego mediante toda su población a través  del maquiefecto. Precisamente, este concepto es clave, puesto que la revelación de una inteligencia extraterrestre cambia notablemente la vida en la tierra, propiciando incluso el desarme nuclear.

Otra diferencia importante es que en el libro viajan cinco tripulantes, representantes de Estados Unidos, la India, Nigeria, China y la Unión Soviética, mientras que en la película sólo viaja Ellie. Un cambio entendible para simplificar la trama, aunque una pérdida importante de los cuestionamientos morales y éticos de la novela. Acá va uno a modo de ejemplo (y sin spoiler):

El vuelo espacial  [...] es subversivo. La mayoría de los que tienen la suerte de encontrarse en la órbita de la tierra, al cabo de cierta meditación, comparte los mismos pensamientos. Los países que instituyeron el vuelo espacial, en gran medida lo hicieron por razones nacionalistas; sin embargo, se daba la ironía de que casi todos los que ingresaban en el espacio adquirían una sorprendente perspectiva transnacional de la Tierra como un único mundo (pág 286).

Lo que ocurre luego es fascinante y me lo guardaré para comentar con quienes lean la novela (no quiero aguarle la fiesta de leer a nadie), que está llena de sorpresas y una promoción evidente hacia el entendimiento mundial. Sin duda, este es otro caso de superioridad del libro frente a su adaptación cinematográfica (que no es mala, pero se echan de menos muchas cosas, como que haya una presidenta de los Estados Unidos, lo que no era ningún chiste para Sagan, feminista según he leído por allí y según creo luego de leer su novela).

A modo de bonus track, les dejo un video con una especie de mesa redonda entre Stephen Hawking, Carl Sagan y Arthur C. Clarke, en la cual hablan de varios temas científicos interesantes -al menos para los neófitos como uno- y aparece la famosa declaración de Hawking sobre su rechazo a un contacto con extraterrestres (que volvió a ser novedad hace un par de años, no recuerdo por qué) en el minuto 27:51.

martes, 17 de febrero de 2015

Arte y Vida 4

15 de febrero
Mientras Faisán fue en su bicicleta a recorrer las ferias de la capital en busca de algún libro para luego revender a incautos compradores, yo me concentré en nuestro proyecto. Echado sobre el árbol, con una hamaca hábilmente instalada, pensé y anoté algunas de las cuestiones que serían clave para llevar a cabo el plan artístico. Nuestra idea es remover al espectador y por ello tenemos ciertos objetivos en la construcción de la obra:
  • Debe tener impacto, sorprender e incomodar.
  • Debe ser inclusiva y accesible.
  • No debe ser pretenciosa.
  • Debe ser entendible para todo público, con capas de sentido tal vez.
Queremos remecer el status quo del arte criollo, queremos ser los vagabundos de la escena chilena, los locos del tarot urbano más rompe-esquemas que se hayan visto por estas lindes tercermundistas. El problema es que aún no tenemos mínima idea de qué cresta hacer.

Mientras cavilaba sobre estas cosas, un grito sumamente agudo me despertó del ensueño. Algo sucedía abajo, así que descendí para ver de qué se trataba. Cinco figuras punketas, que en principio pensé eran mujeres, estaban abriendo un lienzo enorme por todo el parque. Estaba lleno de textos y dibujos que me parecieron absurdos, aunque luego entendí un poco de qué iba todo gracias a nuevos gritos, amplificados mediante el megáfono que una de las chicas sostenía:

"Somos les Cerdepunks. Venimos a destruir el binarismo, a acabar con heteropatriarcado capitalista. Esta es nuestra carta de presentación: el rigor de la ciencia, la cartografía suprema del deseo. Este mapa del parque, de tamaño del parque, es una mínima parte de nuestras pretensiones, queremos remecerlo todo, queremos destruir la vida tal y como la conocemos. Y deseamos, oh, cómo deseamos, vivir en manadas, cantarle a la luna, correr desnudes por las praderas urbanas, amarnos en libertad, romper las ataduras de la cultura, matar a dios de una vez por todas..."

Si bien me gustó la idea borgeana del mapa total, no pude evitar sentirme algo incómodo con su propuesta, no sé porqué. Bajé del árbol y me acerqué a la chica del megáfono y noté que en realidad era un chico ¿o no? Me presenté como Marciano, y él/ella como Vero. Le felicité por su osadía, contándole que yo también esperaba remecer las conciencias, aunque francamente no había pensado mucho en el tema sexual, mucho menos el vivir en manadas (tengo ciertas manifestaciones misántropas que creo no me lo permitirían, ¡necesito de mi espacio propio!). Vero me contestó que la barrera sexual es la que más entorpece las pretensiones de una comunicación total, que si quiero evolucionar debería intentarlo sin miedo. Entonces llegaron los guardias del parque con sus macanas, espantando a les Cerdepunks, que desaparecieron al instante. Subí al árbol, algo melancólico de no haber podido despedirme de Vero. Me quedé pensando en sus ojos y no pude avanzar más en nuestro proyecto hasta que llegó Faisán, cansado y con la cena de esta noche: almendras, nueces y un par de maruchans. No me parece muy saludable, pero a falta de pan la sopa china es buena. Le conté lo ocurrido y se enojó porque les Cerdepunks nos habían ganado el parque con su intervención. De nada sirvió argumentarle que no se trataba de una competencia, la rabia cerró su garganta y no hablamos más. Yo me siento extraño en este silencio, pues la ira y la competencia sin duda son elementos del heteropatriarcado capitalista... algo de razón tienen estos sujetos queer ¿Vero, te volveré a ver?

16 de febrero
Estoy consternado, tuve un sueño húmedo con Faisán. No puedo escribir más por hoy, flaquean mis fuerzas.

lunes, 16 de febrero de 2015

Arte y Vida 3

13 de febrero
Hoy nos instalamos en el Juan XXIII. Llevamos pocas cosas, una mochila de campamento chica cada uno, sacos de dormir, varios libros, calzoncillos y algunas ollas, sartenes, tazas de metal, e incluso un par de copas para dárnoslas de elegantes en momentos de celebración. Para pasar piola hicimos dos viajes, de una mochila cada uno. Fui a la caseta de Faisán y la desmantelamos, todo cupo perfecto en una mochila, excepto sus textos y dibujos, que colocó en un maletín. Tampoco nos llevamos el puf, pero de seguro será la alegría de algún mendigo o vagabunda que se haga con él. Faisán se fue en su bicicleta desarmable llevando su maletín en la parrilla, mientras que yo me llevé la mochila en una micro (no tengo bicicleta). Faisán desaprobó al principio mi uso de la micro, por contaminante y alienado, pero no alegó mucho más después de que me ofrecí a llevar su mochila. Pienso en todas nuestras diferencias y en si vivir juntos será una buena idea... el tiempo lo dirá, la decisión está tomada.

Llegamos al parque, caminamos como distraídos un rato, y mientras no pasaba nadie por nuestro sector escogido subimos al árbol y dejamos asegurada -firme y oculta- la primera mochila. Entonces nos dirigimos a la pieza que yo arrendaba hasta hoy en la tarde, en Ñuñoa. Era un cuartucho nada más, al cual había llegado hace tres años desde Valparaíso, para estudiar un magíster de literatura en la Universidad de Chile. Los estudios me desmotivaron rápidamente: las palmaditas en la espalda y el mecanismo bisagra (agacharse frente al poder), así como el bajo nivel intelectual de alumnos y profesores me aburrieron casi nada más al llegar, por lo que descuidé mis obligaciones, alargando mi estadía más de lo esperado. Ya no tengo intenciones de terminar los estudios, a pesar de la beca que me "obliga" a hacerlo (sino debería pagar una multa monstruosa, pero escaparé de la sociedad y sus números, nunca me encontrarán). Por ello, sólo metí en la mochila mis libros y libretas, un tablero de ajedrez y mi notebook, dejando cuadernos y apuntes académicos tirados en la pieza. Caminamos con Faisán hacia el parque y subimos mi mochila, ya estamos casi listos. Ahora nos pondremos a ordenar, así que mañana volveré a este diario.


14 de febrero
No le conté a Faisán que, finalmente, no cerré mi blog. No estoy seguro de que lo entendería (ni yo lo entiendo realmente), supongo que me interesa dejar algún tipo de registro público por si algo sale mal. Precisamente, la primera noche fue un infierno, los loros no nos dejaron dormir. Al llegar notamos que tenían parte del árbol colonizado, así que en la mañana decidimos echarlos, aunque no logramos ponernos de acuerdo en la forma de hacerlo. Faisán apelaba a un método no-violento, pero yo, que habiendo vivido en la comuna conozco algo de la naturaleza de esas criaturas malévolas, era de la idea de matarlos. Finalmente, él espantó a un grupo con gritos y aleteo de libros, aprovechando el momento en que se alejaran para tomar sus nidos y depositarlos en un árbol vecino. Mi técnica fue más simple y rápida. Bajé del árbol para recoger un buen montón de piedras, volví a subir, saqué mi honda de la mochila y comencé a darles duro a los pajarracos. Rompí cabezas, lastimé cuellos y estómagos, quebré un par de alas y, buena cosa, boté todos los nidos que quedaban en nuestro árbol y también en los vecinos. Faisán se escandalizó un poco, pero le expliqué que un radio de protección era aconsejable en este caso. Tomé su silencio como señal de aprobación, aunque en realidad era complicación, pues mi amigo estaba que se cagaba. Como no pudimos decidirnos por un lugar para convertir en "baño", acordamos hacer detrás de cualquier arbusto y luego botar nuestras deposiciones en los basureros que el parque tiene destinados para ello (para los perros, sí, ¿pero quién podría notar la diferencia?).

La noche de hoy brindamos con un exquisito vino añejado que me robé de la pensión, y comenzamos a planear nuestra primera gran obra de arte en el parque.

sábado, 14 de febrero de 2015

Arte y Vida 2

9 de febrero
Me llamó Faisán. Quiere que nos reunamos para mostrarme que las cosas no son como las imagino ¿y cómo sabe él lo que yo imagino, habrá leído mi blog acaso? En fin, quedamos para mañana martes a la entrada del Bellas Artes.

10 de febrero
Nos juntamos con Faisán, estuvimos en el forestal, conocí su casa. Es una caseta de guardia abandonada en un borde del río. No niego que el lugar es acogedor, con los dibujos y versos pegados en todas las paredes, con el par de chales sobre un puf (supongo que eso hará de cama), pero no es lo que imagino para mi amigo. Veo, además, que ahora tiene notebook, así que no tendrá problemas en los cybercafés, me alegro. Dijo que probablemente el otro día me llevé una impresión equivocada, y puede que tenga razón, lo veo bien en este lugar, irradia una energía distinta y, lo más importante, sus textos son excelentes, lo que me genera un poco de envidia. Mi cabeza comienza a divisar algunas ideas.

12 de febrero

Volvimos a vernos con Faisán, esta vez en la plaza ñuñoa. Tenía que pasarme unos libros que me debía (había olvidado mencionar que mi amigo "mueve" libros, es un dealer de la cultura). Luego de la transacción lo invité a fumar un guarisnaque, y buscando un lugar piola recordé un parque por el que solía pasear en mi infancia. Así, pusimos marcha hacia el Juan XXIII (parque de cuatro cuadras bien lindo y cerrado en las noches, lo que no será de menor importancia para lo que viene...), conversando sobre tal autor, tal corriente y una que otra impresión sobre las últimas novelas leídas. Ya intoxicados con los humos de la amistad, compartimos textos y proyectos, reconociéndole en un impulso de honestidad que los suyos eran superiores. Creo que te ha venido bien la independencia, veo mucha inspiración y mucho potencial, creo que seguiré tus pasos y cerraré mi blog (con todo lo que ello implica), le dije. Seguimos paseando por el parque, conociéndolo, observando sus escondrijos, entonces le propuse a Faisán: ¿y si nos venimos a vivir acá? Mira ese árbol, arriba es tan frondoso que nadie se daría cuenta si instalamos una pequeña casa en él. Además, piensa en la seguridad, en el forestal no hay rejas y los pelados andan agresivos con la gente que vive de un modo alternativo. Le di este y otros argumentos, hasta que aceptó. Estoy lleno de ilusiones ahora, si todo sale bien pronto comenzará una nueva etapa de creación desaforada.

viernes, 6 de febrero de 2015

Arte y Vida 1

3 de enero 2015
Mi amigo Faisán cerró su blog. Dice que se aburrió de la virtualidad, quiere crear y difundirse de un modo más concreto, intentando ganar plata en el proceso. Tiene sentido.

17 de enero 2015
Han pasado dos semanas y lo extraño mucho, me reía tanto con sus disparates. Además, era uno de los tres pelagatos que leían mi propio blog, tan botado por estos días. Tal vez debería seguir sus pasos y abrirme a la posibilidad de transformar el arte en vida, cerrar mi blog y perseguir mis sueños.

6 de febrero 2015
Hoy vi a Faisán a lo lejos. Estaba en la esquina de Eliodoro Yáñez con Providencia, sentado mirando pasar los autos y escribiendo algunas cosas en una libreta. Me acerqué para saludarlo, pero apenas el semáforo dio roja se levantó y paró frente a los automóviles detenidos. Comenzó a gritar versos furiosos, pequeños relatos fantásticos que no estaban nada mal, pero que muy pocos pudimos oír a causa del tránsito, los bocinazos y el tráfago general de la ciudad en su hora punta. Poco antes de la luz verde, Faisán se quitó el roído sombrero de copa y pasó junto a las ventanas de los autos pidiendo una colaboración por su trabajo creativo y honesto. Los conductores lo ignoraron sin importarles el ofrecimiento que mi amigo hiciera de un cidí con sus últimas declamaciones. En el intermedio (que ocurría en cada luz verde para los autos) me acerqué a Faisán para saber cómo le iba. Me contó que estaba viviendo en el parque forestal, que estaba vetado de casi todos los cybercafés de la zona a causa de sus griteríos cuando grababa sus discos, pero que pese a todo se sentía pleno. Confundido, le deseé lo mejor, le compré un par de cidís y me fui, pensando en que quizás no cierre mi blog después de todo.