Esta es la historia del feo durmiente. Como ya lo indica el título, su drama se debe a que tomó mucha melissa. Se excedió a causa de querer descansar en paz, quedarse dormido sin problemas, sin esos saltos espasmódicos, sin la constante preocupación por su pulso, sin los temblores nerviosos que lo aquejaban hace semanas.
Por eso se tomó todas las pastillas que venían en el paquete, ese que venden en la Knop con 60 cápsulas (en realidad eran hartas oye, se fue en la mansa volá). Y esa noche no le costó dormir, lo que lo habría hecho feliz si se hubiese despertado al otro día y recordado la facilidad para caer en los dominios de Morfeo. Pero sigue cayendo, cayendo y cayendo en el abismo, pasando de un sueño a otro sin despertar, a pesar del miedo, la alegría e, incluso, la excitación generada por algunos de los ellos. De hecho, uno de los primeros fue de miedo, con un bicharraco parecido al Babadook. Ello lo hizo saltar, despertando a su polola, que dormía junto a él. Esta lo trató de hacer reaccionar y no lo logró, pero como luego se calmó no le dio mayor importancia, aduciendo la situación al "sueño culiao pesao de este güeón".
Librado del Babadook, el feo durmiente se internó en un parque iluminado donde halló unos gorilas y unos monitos que lo hicieron reír con sus volteretas. Vestían ropas humanas y paseaban perros, incluso había esculturas de monos en las fuentes. ¡Estoy en el planeta de los simios! gritó él, despertando de nuevo a su polola, que esta vez se molestó y lo zamarreó y bien zamarreado, aunque nuevamente sin resultado. Enojada fue a buscar agua para tirarle en la cara, pero mientras lo hacía el joven pasó a otro sueño, en el cual Jessica Rabbit se desnudaba para él, provocándole una erección sumamente intensa que no pasó desapercibida a su polola cuando volvió con el vaso. Aprovechando la oportunidad de venganza por una noche de mal dormir, tiró el agua sobre su miembro, lo que para su sorpresa no lo despertó, sino que lo trasladó a un nuevo sueño en el cual flotaba en medio del océano pacífico, sin tierra a la vista.
La joven finalmente se preocupó y decidió llamar a una ambulancia, pero como no se sabía el número llamó a los pacos, para que la derivaran. Con la empatía y sutileza que los caracteriza, no entendieron la gravedad del asunto, recomendándole que dejará al cabro dormir la mona mejor, ya mañana despertaría con un dolor de cabeza que lo haría pagar por sus pecados. Nadie fue a buscarlo entonces y llegó el nuevo día, con su luz radiante y el canto de los pájaros saliendo de sus escondites, pero sin el despertar del muchacho.
Nunca despertó, sin embargo vale la pena mencionar cómo terminó siendo conocido en todo el país por el nombre de "Feo durmiente". Sucede que luego de un día entero sin reaccionar la joven llamó a la familia del chico para que la ayudara. Los padres del durmiente lo llevaron rápidamente al hospital, donde le fueron administrados múltiples exámenes que confirmaron la sospecha de todos: estaba muerto cerebralmente. La ley les prohibió desconectarlo del respirador artificial hasta que, luego de tres años de lucha en tribunales, se le otorgó el permiso de desconexión a la familia. Para sorpresa de todos ello no tuvo efecto alguno en la vida y sueños del muchacho. Nunca necesitó del soporte vital y el descalabro del presupuesto familiar fue vano. La noticia se extendió rápidamente por diarios de corte popular y redes sociales, con el hashtag #elfeodurmiente. Cabe destacar que antes de dormir el joven no era feo, pero tres años más tarde su semblante era calavérico, por decir lo menos. La familia estaba pensando en qué demonios hacer con el muchacho cuando apareció en la puerta de su casa una ejecutiva, representante del espectáculo de fenómenos itinerante que acompaña al circo de Las Tachuelas Humanas, que les hizo una jugosa oferta por el cuerpo dormido del joven.
Mientras tanto los sueños no cejaban y se sucedían interminablemente en una espiral infinita de dolor y alegría. Sin saberlo, los sueños tenían que ver con lo que sucedía en el mundo exterior y sus luces de neón, el griterío de los niños y el rugir de los animales en cautiverio como él. Las pesadillas comenzaron a tener preponderancia, causando estremecimientos constantes en el joven. Toda la situación causaba profunda tristeza a la Tony Canaria, payasa retraída que, influenciada por una película infantil, decidió besar al feo durmiente. Lo hizo en la noche, en secreto, en medio de la oscuridad y el sordo ronquido de los animales en sus jaulas. El joven no despertó, pero sí acusó recibo del beso con una erección. La payasa no se amilanó, sino que lo desvistió, se desvistió y recostó junto al feo, hallando un lóbrego placer en la cercanía de sus dos cuerpos solitarios y ajenos a la sociedad. Cada noche desde entonces lo hizo de igual manera, pasando un par de horas en el silencio y el calor de la compañía corporal, en la fantástica soledad solidaria. Antes del amanecer volvía a su pieza, se tomaba una pastilla de melissa y dormía hasta el mediodía, feliz de compartir el desamparo, mientras él, también por unas cuantas horas, era capaz de descansar realmente, sin temblores, sin miedos, solo en el silencio.
Nunca despertó, sin embargo vale la pena mencionar cómo terminó siendo conocido en todo el país por el nombre de "Feo durmiente". Sucede que luego de un día entero sin reaccionar la joven llamó a la familia del chico para que la ayudara. Los padres del durmiente lo llevaron rápidamente al hospital, donde le fueron administrados múltiples exámenes que confirmaron la sospecha de todos: estaba muerto cerebralmente. La ley les prohibió desconectarlo del respirador artificial hasta que, luego de tres años de lucha en tribunales, se le otorgó el permiso de desconexión a la familia. Para sorpresa de todos ello no tuvo efecto alguno en la vida y sueños del muchacho. Nunca necesitó del soporte vital y el descalabro del presupuesto familiar fue vano. La noticia se extendió rápidamente por diarios de corte popular y redes sociales, con el hashtag #elfeodurmiente. Cabe destacar que antes de dormir el joven no era feo, pero tres años más tarde su semblante era calavérico, por decir lo menos. La familia estaba pensando en qué demonios hacer con el muchacho cuando apareció en la puerta de su casa una ejecutiva, representante del espectáculo de fenómenos itinerante que acompaña al circo de Las Tachuelas Humanas, que les hizo una jugosa oferta por el cuerpo dormido del joven.
Mientras tanto los sueños no cejaban y se sucedían interminablemente en una espiral infinita de dolor y alegría. Sin saberlo, los sueños tenían que ver con lo que sucedía en el mundo exterior y sus luces de neón, el griterío de los niños y el rugir de los animales en cautiverio como él. Las pesadillas comenzaron a tener preponderancia, causando estremecimientos constantes en el joven. Toda la situación causaba profunda tristeza a la Tony Canaria, payasa retraída que, influenciada por una película infantil, decidió besar al feo durmiente. Lo hizo en la noche, en secreto, en medio de la oscuridad y el sordo ronquido de los animales en sus jaulas. El joven no despertó, pero sí acusó recibo del beso con una erección. La payasa no se amilanó, sino que lo desvistió, se desvistió y recostó junto al feo, hallando un lóbrego placer en la cercanía de sus dos cuerpos solitarios y ajenos a la sociedad. Cada noche desde entonces lo hizo de igual manera, pasando un par de horas en el silencio y el calor de la compañía corporal, en la fantástica soledad solidaria. Antes del amanecer volvía a su pieza, se tomaba una pastilla de melissa y dormía hasta el mediodía, feliz de compartir el desamparo, mientras él, también por unas cuantas horas, era capaz de descansar realmente, sin temblores, sin miedos, solo en el silencio.