martes, 15 de abril de 2014

Matar a un ruiseñor (Harper Lee)

Matar a un ruiseñor
1960
Editorial Harper Collins

La novela favorita de Clark Kent, según recuerdo dice éste en el último tomo del "Reino de los Supermanes", el arco argumental que cierra la época de su muerte. Pero ¿por qué será el favorito de un sujeto tan ñoño y bonachón?

La novela se sitúa en Maycomb, un condado de Alabama, en años posteriores a la gran depresión. Pueblo chico infierno grande, como siempre, está basado en el poblado original de la autora. De hecho, la historia es bastante autobiográfica. Dicen, además, que la autora, luego de asombrarse con el éxito de la obra, decidió recluirse, no dar más entrevistas ni tampoco publicar más, en la más Salinger. Ah, también era yunta de Truman Capote, e incluso existió el rumor de que él escribió realmente la novela, aunque ha sido desmentido hartas veces, así que no vale la pena hacer caso.

Pero vamos a la historia. La narradora de gran parte del libro es Scout -Jean Louise- Finch, una niña de 8 años que vive con su padre Atticus y su hermano Jem. La primera parte de la novela narra las peripecias que hacen los niños para observar a Boo Radley, un vecino extraño, pues nunca sale fuera de su casa, por lo que corren diversas historias respecto a sus razones de encierro y a su apariencia física. La segunda parte es más intensa, pues gira en torno al juicio de un negro acusado injustamente de violar a una muchacha blanca, perteneciente a la familia más degenerada del territorio. Atticus es encargado de la defensa del acusado, y mientras aguanta la estupidez reinante de sus coterráneos, intenta educar a sus hijos moralmente.

Si bien la atmósfera gringa-sureña-pueblerina no me entusiasma, la intención valórica del libro me logró emocionar, algo que no me esperaba. Tiene razón de ser que el libro haya sido levantado como bandera de lucha por los movimientos pro derechos civiles en los 60, aunque más bien está dirigido a los lectores blancos -en todo caso, supongo es normal, parecido a lo que ocurrió en sudamérica con el indianismo y el indigenismo, o incluso con la escritura de mujeres... pero ya me estoy yendo por las ramas-. Los negros son algo planos y todo eso, sin embargo el libro no deja de ser un alegato contra el racismo y la cultura de las apariencias.

En realidad, ahora que lo pienso, todos los personajes son algo planos excepto la familia Finch, que es la más letrada del lugar. Eso me desmotivó un poco al principio, porque pensé que gracias a ello podían posicionarse desde una mayor altura moral, y yo hace tiempo perdí la esperanza de apelar a una evolución moral por medio de la educación sistemática. Pienso que el respeto por la diferencia habría de enseñarse por medio de acciones más que por tanta palabrería, y en realidad Atticus, por más ratón de biblioteca que sea, se comporta como un caballero en todo momento, y le enseña a sus hijos sobre todo mediante su accionar cotidiano.

Los niños crecen en el libro (la historia abarca un par de años), dejan atrás su inocencia, van haciéndose conscientes del absurdo social, del show de las apariencias, del cahuín y del racismo y clasismo más añejo. Hay un mensaje de esperanza en la novela, existe la posibilidad de que todo esto cambie en el futuro, pero también puede que no, y eso lo hace algo doloroso también.

Escena de la película de 1962
(maravilloso discurso de Atticus echándole la foca a los giles del pueblo)

Luego me enteré que Atticus es el abogado más famoso de gringolandia, un modelo a seguir de honestidad y justicia (por algo le gusta a Clark Kent, incluso se parecen fisícamente). Pero insisto, los ejemplos de decencia y altura de miras no han de venir siempre de gente letrada, porque el mundo no es así, ni le interesa ser así. Por eso eché un poco de menos a algún personaje negro o campesino que también fuera capaz de pensar y actuar con integridad. De todas maneras, la novela es altamente recomendada, un clásico gringo que no puede faltar en la cabeza de los ñoños por la lectura.

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