jueves, 12 de junio de 2014

descubrimiento

[Esta historia ha sido traducida desde el lenguaje del futuro]

-Muchas gracias por este reconocimiento. Sin duda, viene bien luego de una vida dedicada a la investigación arqueológica en estas tierras que antes cobijaron a una cultura tan extraña. Sin embargo, aún queda mucho por hacer, muchos misterios por develar, el trabajo no está ni mucho menos terminado. Espero que esto sirva para motivar a los jóvenes y, sobre todo, a las autoridades, sobre la importancia del estudio de nuestros tiempos pretéritos, pues aquellos que tienen claridad sobre su pasado también la tendrán sobre el futuro. Gracias.

Los aplausos llenaron la sala un par de minutos. Luego vinieron las correspondientes palmaditas en las espaldas y el lobby científico-político común en ocasiones como ésta. La ceremonia de premiación “McNeef” en reconocimiento a  la investigación, organizada por la Universidad Astral y el Centro Científico de Desarrollo de las Artes y la Historia, se lleva a cabo cada cinco años. Este año, 2328, la profesora Grandjean se llevó el máximo galardón, por su descubrimiento que implicó un innegable aporte en diversas ramas de la ciencia.

-Doctora, lo que hizo fue realmente notable –exclamó el connotado biólogo Xarles Jara-. ¡Quién diría que aquí existió una civilización! Me gustaría que me explicara un poco mejor la manera en que llegó a semejante descubrimiento.

-Mire, la verdad fue toda una cuestión de serendipia, que es la forma elegante que tenemos nosotros de decir que fue pura casualidad. Estaba en el río, efectuando una observación sistemática a los cisnes trioculares, para saber si estaban siendo afectados por los residuos de la fábrica de ojotas. De pronto me topé con este artilugio, por llamarlo de algún modo, herrumbroso y con una forma extraña, desconocida por mí hasta entonces. Luego bajamos a la superficie del río y notamos que estaba lleno de estos artefactos, aunque de distintos tamaños y formas –explicó la doctora Grandjean-.

-Y dicen que la función aún no ha podido ser revelada, ¿cómo va eso? –preguntó Jara.

-Lamentablemente muy lento. Mi equipo de lingüistas está trabajando duramente para interpretar de algún modo las extrañas inscripciones, pero todavía no hay pistas sobre la finalidad de los artefactos. Sin embargo, gracias al comprometido trabajo de nuestro equipo de observación submarino, podemos decir que gran parte de ellos estaban unidos a una estructura mayor que, al parecer, cumplía la función de unir dos porciones de tierra, en las cuales se llevaba a cabo la vida cotidiana de nuestros antepasados. Aunque todo parece indicar que la proliferación de estos dispositivos de algún modo provocó el desplome de la estructura.

-¡Fascinante!

-Sí, y  tengo el presentimiento de que estos artilugios cumplían una función fundamental a nivel de cohesión social. No puedo explicarlo, pero tengo esa impresión. Creo que las inscripciones corresponden a un antiguo dialecto utilizado por quienes nos precedieron en este territorio, cumpliendo la función de signos informacionales que seguramente implicaban un desarrollo de la mente y la cultura. ¿Quiere ver uno de ellos?

-¿Es posible? Pensé que todas las muestras estaban en su laboratorio –respondió sorprendido el profesor Xarles Jara.

-Me quedé con el primero que encontré, lo utilizo como amuleto. Es para mí una especie de recordatorio sobre la importancia del desarrollo científico y cultural. –La doctora introduce una de sus manos en su escote, sacando uno de los mentados artefactos, unido a su cuello por una cadena de plata-. Mire, doctor Jara, lea la extraña inscripción:

 Mi BB T Amo demaciado

-Qué sarta de incoherencias, es francamente asombroso –dijo Jara.

-Sí, pero tengo la seguridad de que se trata de algo realmente profundo -dijo la doctora Grandjean, mientras sacaba otro cóctel de la bandeja.


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