Entrar a casa y no encontrarte en la puerta me abate por un
rato. Es una especie de duelo knock-out , se me olvida, creo que se me olvida y
de golpe la realidad otra vez, el tiempo alargándose y mostrándome el vacío
frente a la puerta. Perplejo, recuerdo que te fuiste, y quizás mi memoria falla frecuentemente
porque todo fue tan abrupto. O tal vez siempre es así, nunca había vivido una muerte –aunque
es imposible vivir una muerte, más bien se muere la vida.
Parece que soy ateo y es un problema, ¿a quién imprecar? ¿cómo
consolarme?
Ha pasado el tiempo y estoy más tranquilo, aunque sigues
apareciéndote, intentando reemplazar a ese chaleco negro sobre el sillón, a esa
mochila a los pies de la cama. No eres tú, pero sí, porque sigues rondando en
el rabillo de mis ojos.
Decidí que te pensaré como mi guardiana, una especie de tótem personal y urbano, espíritu tutelar –todo esto llevado a la praxis mediante un ánimo activo y consciente que tenga como objetivos las directrices que te guiaban. Estas siempre fueron el amor y la libertad. Medio inventadas, medio comprobadas, tus prácticas cotidianas evidenciaban la ternura y la luz. Y yo quiero guiarme por las mismas cosas.
Decidí que te pensaré como mi guardiana, una especie de tótem personal y urbano, espíritu tutelar –todo esto llevado a la praxis mediante un ánimo activo y consciente que tenga como objetivos las directrices que te guiaban. Estas siempre fueron el amor y la libertad. Medio inventadas, medio comprobadas, tus prácticas cotidianas evidenciaban la ternura y la luz. Y yo quiero guiarme por las mismas cosas.
2 comentarios:
Ella nos dejó para dentro, de verdad... tremendo ser. Muy lindo tu texto querido mío
que bonito C:
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